La agricultura es hoy uno de los pilares fundamentales de la economía. Se trata del principal sustento alimentario a nivel mundial que, además de servir como soporte al mantenimiento de los animales y de generar fibras textiles, también produce energía a través de la biomasa y favorece la reducción de la erosión del suelo. Por todo ello, la agricultura es considerada una de las actividades económicas, sociales y ambientales esenciales para el ser humano.
Por eso cada 9 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Agricultura, poniendo en valor la importancia de las tareas agrarias y se reconoce el valor imprescindible de quienes se dedican a la producción de alimentos vegetales. Para celebrar este día, la Asociación Nacional de Obtentores Vegetal (ANOVE) lanza este especial en el que comparte los datos más destacados de la primera actividad industrial en España: genera un 8% del PIB y el 16% de las ventas totales, y tiene una capacidad de exportación de 17.000 millones de euros.
Está conformado por 600.000 agricultores y 31.000 empresas, la mayor parte de ellas pymes. Solo el sector de frutas y hortalizas genera en España 200.000 empleos directos, a los que hay que añadir 150.000 indirectos en labores de manipulación y envasado. España es el quinto productor de frutas y verduras a nivel mundial y el primer productor de la UE, con más del 22% de la producción del continente.
Producir más para satisfacer las necesidades de una población en constante crecimiento, y hacerlo de manera sostenible, es decir, empleando los menores recursos posibles, es uno de los retos actuales de la agricultura que, además, debe hacer frente ya, como ningún otro sector, a los desafíos del cambio climático. Para lograrlo, resulta imprescindible la labor de investigación que permita mejorar la calidad y la productividad de semillas y plantas, generar nuevas variedades vegetales que satisfagan las demandas de los consumidores, haciendo posible, al mismo tiempo, que los cultivos se adapten a las nuevas situaciones climáticas sin disminuir la rentabilidad del agricultor.
Hay que tener en cuenta que, gracias a la labor de investigación, las empresas obtentoras pueden mejorar las variedades vegetales actuales e, incluso, desarrollar otras nuevas, aumentando la productividad y haciendo realidad la agricultura sostenible. Un informe elaborado por el Institut Cerdà analiza en profundidad las aportaciones de la mejora vegetal en España. De él se desprende que en los últimos cincuenta años, la colaboración en mejora vegetal entre los sectores público y privado ha contribuido a incrementar hasta en un 90% los rendimientos agrarios de algunos cultivos, al mismo tiempo que ha hecho posible que se aumente la producción de alimentos con los que nutrir a una población en constante crecimiento.
Entre las conclusiones más destacadas del informe está que la mejora de semillas y plantas aportó a la economía española casi 1.000 millones de euros en 2019. A lo largo de los años, la investigación que han llevado a cabo los mejoradores vegetales ha permitido adaptar variedades a lugares y climas donde antes no se cultivaban, mejorar la tolerancia a las condiciones climáticas extremas, aumentar la protección contra plagas y enfermedades y multiplicar el rendimiento de las explotaciones reduciendo, además, los costes de explotación.