Entre las mesas redondas que tuvieron lugar en el IV Congreso de la Asociación de Comunicadores de Biotecnología, celebrado el pasado 24 de septiembre en Sevilla, se realizó una sobre comunicación y lobbies en el sector científico. En ella se debatió sobre el papel de los grupos activistas en batallas anticientíficas como la de los transgénicos, o de la idealización de la agricultura y la alimentación que había en el pasado, algo totalmente diferente a otros sectores, donde los avances científicos son valorados como algo positivo. Conchi Novillo, Directora de asuntos regulatorios para el sur de Europa de Bayer Crop Science, afirmó que tras la idealización de lo “natural” se pueden esconder varios factores y en su opinión hay dos grandes influencias.

La primera es que el sector transformador tiene problemas para diferenciarse y una forma de hacerlo es tener un distintivo que -atraiga al consumidor. Una práctica en la que, según Conchi Novillo, debería haber un mínimo código técnico y ético, que esté controlado desde las autoridades para que no lleve al engaño y a la desinformación del consumidor. Otro factor sería el impulso de las subvenciones de la Unión Europea a la producción ecológica, lo que ha hecho que muchos agricultores opten por ella por rentabilidad económica. Y dado que el producto final no es distinguible a la vista del que tiene su origen en agricultura convencional, se tiene que acudir a reclamos publicitarios que justifiquen el sobreprecio de los mismos.

Los asistentes a la mesa también resaltaron la desconexión del ciudadano con el campo, un desconocimiento que lleva a compartir una visión irreal de la producción de alimentos. Además, los consumidores europeos actuales están acostumbrados a tener acceso a todo tipo de alimentos a un precio muy asequible, sin conocer los retos a los que se enfrenta el sector productivo mundial ni el valor que tiene la ciencia y tecnología en la producción de alimentos.

Según Conchi Novillo, la falta de conocimiento sobre el sector y sobre la regulación que aplica a sus productos ha llevado a que las evaluaciones científicas de las autoridades competentes como la EFSA no se tengan en cuenta , y que “en la Unión Europea hayan tenido mucha más repercusión en la toma de decisiones (sobre transgénicos) las acciones de presión de grupos activistas que el rigor científico.”

Esto ha llevado a una situación en la que ningún otro sector se ha visto. Un nuevo producto puede contar con todas las evaluaciones de riesgo favorables y aún así no ser aprobadas en la Unión Europea. Se ha llegado incluso a cambiar la normativa comunitaria para que cada país pueda – prohibir unilateralmente las autorizaciones sin tener que alegar ninguna base científica. Por todo ello, Conchi Novillo alabó cualquier acción que permita a los políticos y a la sociedad tener mejor información científica y tomar decisiones con base en evidencias científicas.

En la misma mesa redonda se presentó Ciencia en el Parlamento, una iniciativa ciudadana española independiente que trabaja para asegurar que la ciencia y el conocimiento científico llegue a los representantes políticos y al menos sean tenidos en cuenta en la formulación de propuestas políticas.

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