El día a día de de una persona celíaca pasa por la búsqueda de productos en cuya composición no se haya usado ningún cereal distinto al maíz o al arroz. La dieta de un celíaco depende casi exclusivamente de la harina de maíz, algo cada vez más difícil de encontrar. La normativa de etiquetado de transgénicos y la presión de las organizaciones ecologistas han hecho que las empresas hayan optado por producir harina de trigo para evitar polémica, reduciendo así notablemente el abanico de productos a los que un celiaco puede acceder.

Todos los cereales contienen gluten, la clave está en que el gluten contenido en el maíz es de los únicos tolerados por los celiacos. Para facilitar la tolerancia el cereal ha de ser lo más puro posible, requisito en el que las variedades transgénicas se diferencian de las convencionales por su calidad nutricional y su mayor seguridad. Los cereales existentes en el mercado europeo cuyo gluten no tiene efecto para los celíacos son el maíz, el arroz, el mijo y el sorgo.

Un ejemplo de su seguridad es que desde su creación, el Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF) creado por la Unión Europea ha registrado más de 64 comunicaciones por riesgos en el maíz por alto contenido en micotoxinas, y ninguna de ellas referidas a maíz transgénico.

Numerosos estudios han demostrado que el maíz Bt es más seguro para la salud humana ya que contiene hasta 100 veces menos niveles de fumonisinas. Uno de los más recientes es el publicado en enero de 2010 por la Agronomy for Sustainable Development, en el que se demuestra que el 95 % de los campos estudiados con maíz Bt cumplía los requisitos de calidad exigidos para su comercialización, mientras que sólo el 45 % de los convencionales cumplía los requisitos.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) informa en su página web sobre la seguridad del consumo de los organismos modificados genéticamante y sobre los controles a los que se les somete, garantizando al consumidor la total seguridad.

Pese a las evidentes ventajas de las variedades transgénicas respecto a sus variedades convencionales, el efecto de las campañas desinformativas promovidas por las organizaciones ecologistas sigue frenando el avance de esta tecnología. Estos movimientos han conseguido que a día de hoy Europa no cuente con harina de maíz transgénico en el mercado, y que los celiacos vean más difícil la búsqueda de productos tolerados por su organismo.

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