El portal RT ha publicado una entrevista al el bioquímico y divulgador científico José Miguel Mulet en el que el experto analiza la realidad de la alimentación, el concepto de producto “natural” y la realidad de los alimentos transgénicos y ecológicos. El científico recuerda que el hombre ha seleccionado las mejores semillas desde los orígenes de la agricultura y que ha ido domesticando las plantas por procesos artificiales, desde cruces e hibridaciones hasta mutando el ADN con técnicas como la radioactividad o productos químicos. “Práticamente todo lo que podemos comprar en una frutería provienen de plantas silvestres que no se parecían en nada a las actuales”, recuerda.
La domesticación se hizo para que la comida fuera mejor, más nutritiva y productiva. Por eso prácticamente todo lo que comemos es artificial, pero eso no significa que sea peor. “Si ahora tuviéramos que alimentar a 7.000 millones de personas con las plantas del Neolítico la gente moriría de hambre”, afirma Mulet. Pero la publicidad nos está vendiendo el concepto “natural” como algo positivo cuando realmente no lo es. “Para vender no hacen falta datos científicos, tienen que apelar a las emociones (…) La palabra “natural” vende mucho”, explica.
Mulet afirma que la alimentación ecológica también tiene una industria detrás y recuerda que la etiqueta de “ecológico” se refiere únicamente a cómo se ha producido el producto, no a su calidad. Los transgénicos entran también en esta lucha comunicativa del mercado alimentario, “un tema en el que la realidad científica está muy separada de la percepción social, posiblemente por culpa de los científicos que no hemos sabido comunicar lo que estamos haciendo”.
LOS ALIMENTOS TRANSGÉNICOS
El experto deja claro de primeras que si existieran pruebas de riesgos de cualquier variedad transgénica se retiraría del mercado inmediatamente. “En 20 años la única variedad transgénica que se ha retirado ha sido una remolacha, no por un problemas de salud, sino porque se demostró que en las zonas donde se sembraba había una variedad silvestre que podía hibridar, se retiró para evitar problemas con la biodiversidad”, explica Mulet.
Y remarca lo incongruente que es no permitir el cultivo pero sí la importación, una política que está perjudicando al agricultor europeo, a la industria y también al consumidor, que tiene alimentos más caros porque está pagando los gastos de ala importación. “En el caso de los transgénicos en Europa es estúpido decir que las leyes se han hecho desde la industria y no pensando en la presión de organizaciones ecologistas. El mejor ejemplo es que en 20 años solo hemos autorizado para cultivar una variedad. Si esa es la presión que puede hacer el lobby menuda porquería de lobby”, afirma contundente Mulet.
El vídeo completo de la entrevista lo tenéis a continuación.