El USDA Foreing Agricultural Service ha lanzado el Global Agricultural Information Network en el que analiza la situación de la biotecnología agraria en diversos países. Hace unos días nos hacíamos eco de lo que decían sobre Croacia y hoy desgranamos lo que se dice sobre España.
Un análisis del país con mayor superficie con cultivos biotecnológicos de la Unión Europea en el que “tradicionalmente se ha mantenido un enfoque sobre la biotecnología agraria basado en la ciencia”.
El documento se resalta que la industria avícola y ganadera española son dependientes de las importaciones de granos y proteínas para la alimentación animal, importaciones que en su gran mayoría son productos modificados genéticamente.
Según explica el documento, España es un importador neto de cereales y oleaginosas ya que la producción nacional no es suficientemente robusta como para satisfacer la demanda del sector ganadero español. Por eso, a pesar de el mayor productor de cultivos transgénicos de la Unión Europea, las exportaciones españolas de productos biotecnológicos son insignificantes ya que casi toda la producción se destina a la industria interna de piensos.
España importa una gran cantidad de organismos modificados genéticamente, principalmente soja proveniente de Brasil y Estados Unidos y harina de soja de Argentina. Las importaciones españolas de granos representan de 9 a 12 millones de toneladas y las importaciones de soja y harina de soja combinado ascienden a cerca de las 6 millones de toneladas.
ESPAÑA Y LA UNIÓN EUROPEA
Empezándose a sembrar en 2013, España ha mantenido una apuesta creciente por el maíz Bt a lo largo de los años. Una tendencia que el pasado año 2014 cuando las cifras de siembra de maíz en España cayeron a consecuencia de la bajada de los precios del mercado y a los altos costes del riego. “Los agricultores están cambiando a cultivos de regadío alternativos como el trigo, la remolacha azucarera, los tomates, el algodón o el arroz.” El 31,6 % del maíz sembrado en España es modificado genéticamente.
El texto destaca que la producción de piensos españolas no mantienen líneas separadas entre transgénicos y no transgénicos ya que prácticamente todos los piensos comercializados en España contienen soja modificada genéticamente como fuente proteica.
Pese a la apuesta española por la biotecnología agraria y alimentaria, “las restricciones regulatorias a nivel europeo están creando incertidumbre entre los agentes de la cadena de alimentos y piensos, así como en la inversión para el desarrollo de nuevas variedades mejoradas genéticamente.”
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