El investigador en mejora genética Dr. Paul Christou asegura que los cultivos biotecnológicos “pueden contribuir a reducir los gases que causan el efecto invernadero y el cambio climático”, puesto que permiten “ahorros permanentes en las emisiones de dióxido de carbono” a través de un uso reducido de combustibles fósiles, asociado a un menor empleo de productos fitosanitarios. Además, señala que los cultivos mejorados genéticamente para resistir herbicidas permiten ahorros de CO 2 equivalentes a eliminar 4 millones de coches de las carreteras. Por otra parte, asevera que “los alimentos derivados de cultivos transgénicos son mucho más seguros que cualquier otro alimento que comemos” debido a las “reglas draconianas” de evaluación que se han establecido sobre ellos.
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Paul Christou es uno de los líderes mundiales en el desarrollo de nuevos métodos de transferencia de genes a plantas cultivadas. Su carrera científica se ha desarrollado en el John Innes Centre (Reino Unido) y actualmente desarrolla desde la Universidad de Lérida un proyecto científico europeo denominado Molecular Pharming. “El proyecto ha progresado extremadamente bien. Especialmente para el SIDA, hemos generado plantas transgénicas de una variedad sudafricana de maíz que acumula altos niveles de un anticuerpo específico que neutraliza muchas formas del virus del VIH”, explica el científico estadounidense, quien añade que los ensayos clínicos de esta investigación en humanos comenzarán en 2009.
Christou considera que la producción de vacunas en plantas modificadas genéticamente implica una serie de ventajas. “Son más baratas, una vez se ha realizado la inversión inicial”, explica. Asimismo, alega que “la producción en plantas no implica los problemas de seguridad asociados con la producción en animales o mediante otros sistemas”. El objetivo es que los países en vías de desarrollo puedan cultivar estas plantas para su empleo a nivel local. “Mi punto de vista es que en un futuro no muy lejano, unos 10 años a partir de ahora, esto será una realidad”, expresa el científico.
Otra de las grandes aplicaciones de las plantas mejoradas genéticamente tiene que ver con el medio ambiente. A juicio del investigador estadounidense, la producción de etanol y biodiesel a través de los cultivos biotecnológicos sustituirá a los combustibles fósiles y permitirá menores emisiones de carbono a la atmósfera. “La investigación reciente indica que los biocombustibles pueden conllevar ahorros netos del 65%”, en referencia a las fuentes de energía no renovables. Por otra parte, se ha registrado una “tremenda reducción” en el número de agricultores que empleaban
pesticidas venenosos, puesto que estos productos químicos han dejado de utilizarse, apunta Christou.
Asimismo, recuerda la sostenibilidad medioambiental de los productos biotecnológicos: “Los cultivos transgénicos resistentes a la sequía y salinidad permiten el cultivo en terrenos marginales. Así se consigue sembrar en terrenos baldíos, lo que tiene también ventajas económicas, medioambientales y referentes a la biodiversidad”. Por último, asevera tajantemente que “los alimentos derivados de cultivos transgénicos son mucho más seguros que cualquier otro alimento que comemos”. “Están mucho más evaluados, de hecho, mucho más de lo necesario”. Por último, señala que la actual tendencia, al menos en Europa, muestra que “aunque la tecnología y los métodos actuales de evaluación no se han encontrado con nada perjudicial, hay una necesidad de desarrollar técnicas mucho más sensibles, sólo por si acaso”.