A día de hoy, y después de 12 años de empleo seguro, aun hay voces que se levantan contra los cultivos transgénicos u organismos modificados genéticamente (OMG), a los que grupos ecologistas atribuyen efectos negativos sobre el ser humano y sobre el medio ambiente, cuestionando así los procesos de control a los que se someten antes de ser aprobados. Los Ciertos grupos ecologistas actúan difundiendo información parcial o incorrecta que lleva a la sociedad a la confusión, sembrando desconfianza sobre una tecnología con capacidad de ofrecer soluciones a los principales problemas del siglo XXI.

Tras 10 años de cultivos de OMGs en Europa, cada vez son más los agricultores que al ver los resultados se decantan
por la siembra de estas semillas. En 2007 Europa contó con 110.077 hectáreas destinadas a cultivos MGs repartidas
entre España, Francia, República Checa, Portugal, Alemania, Eslovaquia, Rumanía y Polonia, un 77% más que la campaña anterior cuando se cultivaron 62.187 hectáreas .

Este importante y constante crecimiento es reflejo de la confianza de los agricultores por estas semillas que aumentan la producción, eliminando las pérdidas de cosechas anuladas por las plagas. Así, el agricultor además de incrementar su cosecha ahorra en el uso de agroquimicos, lo que reporta beneficios tanto económicos como ambientales.

Para la aprobación de estos nuevos cultivos mejorados la Unión Europea cuenta con autoridades científicas creadas para realizar estrictos controles de seguridad ambiental y de salud a estas nuevas semillas, alimentos, aditivos y otros avances tecnológicos. Estas autoridades también han sido cuestionadas por grupos ecologistas ya que, pese a sus dictámenes positivos, la aprobación se frena en pasos posteriores por razones políticas y no científicas.

Sir Dick Taverne, Lord inglés, político y autor del libro ‘La mancha de la sinrazón’, afirmaba en una entrevista concedida a Belt Ibérica que los grupos ecologistas “están siempre anunciando la catástrofe, y en algunos momentos parece que sería una decepción para ellos que el mundo no desapareciera. Son deshonestos en muchos de sus argumentos y son un peligro para el mundo”.

La salud humana

Uno de los argumentos engañosos y que más ha calado en la sociedad ha sido los efectos alérgicos que el consumo de estos productos vegetales tiene sobre el ser humano. Según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS) , en los OMGs “se desalienta, por una cuestión de principios, la transferencia de genes de alimentos comúnmente alergénicos a menos que pueda demostrarse que el producto proteico del gen transferido no es alergénico”.

En esta línea, también explican que “los OGMs han sido evaluados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la OMS. no se han hallado efectos alérgicos en relación con los alimentos GM que se encuentran actualmente en el mercado”.

“En este momento no hay ni una sola evidencia de que los transgénicos sean perjudiciales para la salud, lo único que hace la biotecnología aplicada es mejorar las técnicas que se han usado desde el comienzo de la agricultura y ganadería: los cruces genéticos para hallar especies más resistentes”, explica Taverne.

El medio ambiente

Desde un punto de vista ambiental, la polinización cruzada entre las plantas transgénicas y las convencionales es usada como factor negativo de esta nueva tecnología. Pese a que en algunos casos se da este tipo de fecundación, al igual que ocurre desde los comienzos de la agricultura entre distintas especies, éstos son la excepción. Después de casi una década cultivando maíz MG en España no se conocen pleitos achacables a la coexistencia pese a que aún no existan normas formales en este ámbito. Para facilitar esta situación, las empresas difunden Guías de Buenas Prácticas de Cultivo para conseguir así la mayor armonía entre los distintos tipos de cultivo.

La Comisión Europea dice que “la coexistencia de diferentes tipos de producción no es algo nuevo en la agricultura, y se puede lograr un respeto usando medidas adecuadas que se adapten bien a las diferentes condiciones locales de las diferentes regiones”. Actualmente, y para los casos contados en que es necesario, los agricultores españoles se valen de medidas prácticas basadas en una armoniosa cooperación manteniendo distancias de aislamiento, barreras protectoras de polen o estableciendo distintas fechas de floración.

Con esta línea argumental se ha llegado a afirmar incluso que un OMG es una amenaza para el ecosistema del suelo ya que la proteína Bt se acumula durante años. Sin embargo, la proteína usada en estos eventos es natural y está sacada paradójicamente del propio suelo . Nunca se ha detectado ningún problema funcional del suelo a lo largo de los 12 años que se lleva cultivando el maíz Bt, un cultivo que en 2007 superó las 114 millones de hectáreas en todo el mundo y por el que están ya apostando 12 millones de agricultores .

La evaluación científica

Grupos ecologistas han declarado que el proceso de aprobación de las variedades en la Unión Europea infringe los requisitos legales al no dar importancia a los argumentos sociales y económicos, informaciones completamente falsas. La Unión Europea cuenta con prestigiosos organismos científicos de los Estados Miembros, de las Comunidades Autónomas y de la propia Comisión Europea que emiten dictámenes científicos no vinculantes sobre los riesgos e impactos de esas semillas según establece la propia normativa europea .

En este ámbito destaca la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) , quien se encarga de analizar los riesgos de los nuevos productos MG, estudiados con las últimas técnicas científicas. Sus controles se encuentran entre los más rigurosos del mundo, para que la producción y el consumo de estas variedades sea al menos tan saludable como las cosechas de sus variedades homólogas.

La EFSA está compuesta por expertos en nutrición, toxicología, alergenicidad y medio ambiente, quienes estudian y prevén los efectos directos e indirectos a corto o a largo plazo sobre humanos o animales que consuman alimentos o piensos MG .

Pese a que existan equipos científicos que sopesen elementos relativos a la seguridad, no es su competencia abordar los argumentos sociales y económicos que competen a los Miembros de la Comisión quienes deciden, en última instancia, si una variedad es aprobada o rechazada.

En este sentido, las disposiciones sobre trazabilidad y etiquetado, vigentes desde abril de 2004, permiten que los consumidores puedan elegir libremente, contribuyendo a que el 74% de los ciudadanos españoles acepte o tolere los alimentos derivados de variedades MG (Eurobarometro 2005).

La biotecnología y la pobreza

Pese a que en muchas ocasiones se le atribuya, el sector biotecnológico no afirma ni tiene atribuciones para que los cultivos MG solucionen la pobreza y el hambre en el mundo; pero, sí es cierto que estos cultivos pueden contribuir a aumentar las cosechas del mundo desarrollado y en vías de desarrollo. A día de hoy hay más de 800 millones de personas que sufren una desnutrición crónica, y otras muchas con una dieta pobre, y los OMG pueden desempeñar un papel importante en el desarrollo de cultivos que resistan mejor las plagas de los insectos, que sean más resistentes a las condiciones del entorno, y que ayuden a aumentar el rendimiento y la eficiencia de la producción.

“La crisis actual, agravada por el fuerte incremento de los alimentos, demanda una discusión inmediata y profunda entre las instituciones de la Unión Europea y los estados miembros sobre el papel que puede desempeñar la biotecnología moderna para garantizar la producción continua de alimentos a precios razonables”, explica la Resolución del Parlamento Europeo de mayo de 2008.

Una tecnología de futuro

Argumentos incorrectos como éstos y su repercusión en la sociedad hacen que los políticos, ante este nuevo reto opten por paralizar la aprobación de cultivo de muchas de estas nuevas variedades, pues no se han autorizado nuevas líneas de plantas MG para cultivo desde hace más de 10 años. Pese a ello, permiten la importación para su consumo de algunas variedades cuya aprobación ellos mismos han dilatado.

Actualmente, Europa importa el 75% de las proteínas vegetales para piensos, sobre todo soja y maíz. Esta postura hace que Europa se vuelva dependiente de los productos transgénicos del continente americano mientras los agricultores europeos no pueden cultivarlos en sus terrenos ni competir en condiciones de igualdad a nivel mundial.

Sir Dick Taverne recalca que “sin la aplicación de la ingeniería genética a la agricultura, corremos serio peligro de no poder alimentar el planeta. Se trata de aprovechar al máximo recursos que son escasos, de hacer crecer dos granos de arroz donde antes crecía sólo uno, de proteger los cultivos de las plagas… y por eso soy tan crítico con Greenpeace, porque no entiendo cómo se pueden oponer tan radicalmente a algo que ayudaría al mundo subdesarrollado”.

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