Las avellanas han sido consumidas por los humanos desde la era mesolítica y hoy en día son la tercera nuez más cultivada, después de las almendras y las nueces. Las avellanas italianas alcanzan el precio más alto, seguidas por las de Turquía, Estados Unidos, Georgia y Azerbaiyán. Los consumidores a día de hoy están dispuestos a pagar más por mejores productos y se necesitan métodos de prueba para autenticar de manera confiable el país de origen.
Estudios previos usaron técnicas analíticas de evaluación para perfilar químicamente las avellanas, pero se centraron en una pequeña región o en determinadas variedades. Thomas Hackl y sus colegas de la Universidad de Hamburgo en Alemania querían encontrar un método que pudiera identificar el origen geográfico independientemente de la variedad.
El equipo de investigación trituró 262 muestras de nueces de diferentes regiones del mundo y extrajo los metabolitos, que identificaron con la espectroscopia de RMN de protones. Los espectros mostraron que las nueces de diferentes regiones tenían diferentes perfiles de metabolitos, con ciertos compuestos que demostraron ser distintivos para áreas específicas.
Por ejemplo, la cantidad de betaína, un derivado de aminoácido, varió significativamente en avellanas de diferentes países. Por lo tanto, según afirman los investigadores, la betaína podría potencialmente ser un buen biomarcador en una prueba futura para identificar la fuente de un lote particular de avellanas.
El nuevo método de RMN con una precisión del 96 por ciento proporciona una determinación más precisa y podría usarse en combinación con una prueba ideada previamente que evaluó un grupo diferente de metabolitos de avellana utilizando cromatografía líquida y espectrometría de masas.
[FUENTE: American Chemical Society]