La adopción en Colombia de los cultivos genéticamente modificados se ha incrementando año tras año de manera sostenida regulado por un marco legislativo estricto de evaluación y control de la siembra en el país. En 2011 la siembra de semillas transgénicas se realizó en 108.577 hectáreas entre cultivos de algodón, maíz y claveles azules. Las cifras demuestran que los agricultores colombianos ven en los cultivos transgénicos una herramienta para proteger sus cosechas y obtener mejores rendimientos.

Según ha informado Agro-Bio, el cultivo de maíz transgénico en 2011 fue de 59.239 hectáreas, siendo la resistencia a insectos la característica con mayor apuesta por los agricultores. El cultivo de algodón transgénico el mismo año fue de 49.334 hectáreas, cuya característica más adoptada fue la tolerancia a insectos combinada con la tolerancia a herbicidas. Con una superficie más modesta se encuentra el cultivo de claveles azules transgénicos, de los que se sembraron 4 hectáreas en 2011.

María Andrea Uscátegui, directora de Agro-Bio, considera que “el Gobierno, los científicos, la industria y los agricultores han reconocido el valor que esta herramienta brinda al sector productivo, trayendo beneficios como la protección de cultivos, el mayor rendimiento y la mejora en la calidad de vida de los productores. Es una opción más que los agricultores (…) han elegido por las características que ofrece y las necesidades del campo”.

Las condiciones climatológicas extremas hacen que la agricultura colombiana tenga que enfrentarse cada año a grandes retos. Con cambios fuertes de temperatura y grandes precipitaciones, la diversidad de semillas a la hora de sembrar en el país es clave para hacer esta actividad competitiva.

Antonio Laforuie, agricultor colombiano de algodón, considera que la agricultura “es una fuente de empleo (…) y a sacar poblaciones de la pobreza. La biotecnología en el algodón fue el matrimonio perfecto, definitivamente fue la gran revolución”.

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