En un mundo cada vez más globalizado y en el que la tecnología va progresivamente implantándose en la agricultura, la Unión Europa (UE) sigue aún reticente a permitir que sus agricultores tengan libertad a la hora de elegir las formas de cultivo que éstos quieren para sus tierras, impidiéndoles competir en condiciones de igualdad a nivel internacional.
A día de hoy, la UE sólo permite el cultivo del maíz modificado genéticamente mientras que no pone ninguna restricción a la importación de cualquier producto transgénico cultivado fuera de las fronteras europeas. Ante esta situación, los agricultores se sienten en condiciones de desigualdad y reivindican su derecho a decidir qué sembrar en sus campos para poder competir de igual a igual.
El 83% de los agricultores españoles está a favor de garantizar la libertad de elección a la hora de plantar o no semillas modificadas genéticamente. Así lo refleja el último estudio realizado durante 2008 en el que participaron 350 agricultores de todo el país.
Estas cifras son similares en países como Polonia, en el que el 85% de los agricultores está a favor de la libertad de elección, según publica el informe realizado por Martin&Jacob en 2006. En Francia el 62% reivindica la capacidad de decisión del agricultor según el informe realizado en 2007 por el BVA Agribusiness.
En países como Italia, donde no está permitido el cultivo de transgénicos pese a que a nivel comunitario lo esté, el 67% de los agricultores afirma que apostaría por estas variedades si estuvieran consentidas en su país. Así lo refleja el estudio publicado en febrero de 2008 en el que participaron 532 agricultores de la región de Lombardía por Demoskopea.
En el Reino Unido, donde tampoco se permite el cultivo de estas variedades, el 45% de los agricultores están a favor del cultivo de transgénicos, el 39% no lo sabe, y sólo el 15% está en contra de estas semillas. Así lo refleja el estudio publicado por The National Farm Research Unit en marzo de 2008 basado en la opinión de 24.039 agricultores.
Ante esta situación, las agrupaciones de agricultores europeas piden a las autoridades la aprobación de nuevos eventos para liberalizar el mercado. El grupo español de PROBIO, en su último manifiesto, exige que no se pongan frenos al progreso tecnológico y apuestan por una clara y veraz información basada exclusivamente en argumentos científicos y no en intereses políticos ni económicos.