La doctora María Antonia Muñoz de Malajovich estudió la Licenciatura en Ciencias Biológicas en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. En 1966, a causa de la intervención militar en la Universidad con su “noche de los bastones largos”, se trasladó a Chile donde trabajó para el Ministerio de Educación Pública, en el Centro Nacional de Formación de Profesores. En 1976 se exilió en Brasil, donde cursó la Maestría y el Doctorado en Genética en la Universidad Federal de Río de Janeiro y trabajó como docente e investigadora en varias instituciones. Está vinculada desde 1987 a la World ORT en el área de biotecnología. Actualmente, es Coordinadora del Curso Técnico de Biotecnología en el Instituto de Tecnología ORT de Río de Janeiro. Su obra “Biotecnología”, auspiciada por el Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología (ARGENBIO), fue recientemente publicada por la Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes.

(Agencia CyTA-Instituto Leloir)

-¿Qué fue lo que la motivó a dedicarse al estudio de la biotecnología?
Con el tiempo vimos cómo la ciencia y la tecnología iban acercándose, y cuando se comenzó a hablar de biotecnología me pareció fantástico, porque era evidente que el conocimiento generado tendría aplicaciones directas que podrían traer un enorme beneficio para la humanidad. Eso fue en 1987, cuando ORT Brasil me invitó a integrar un grupo de trabajo a fin de elaborar un estudio preliminar sobre el desarrollo de la biotecnología en ese país.

-Era una época en la que la biotecnología empezaba a ser discutida frecuentemente, no sólo en el ámbito científico sino también en otros círculos.
Así es. Sin embargo, el impacto de la revolución tecnológica solo comenzó a sentirse a partir de la década de 1990, cuando se logró diseñar métodos de producción de enzimas y biopolímeros, obtener energía a partir de biomasa, tratar residuos y efluentes industriales, biorremediar la contaminación ambiental, cultivar plantas con características agronómicas novedosas, refinar el mejoramiento genético de los rebaños y elaborar mejores vacunas, entre otros avances. Fue en esa época que me entusiasmé con el tema y no lo abandoné nunca más.

– ¿Qué le impulsó a escribir el libro “Biotecnología”?
El poco material disponible para estudiar estaba en inglés y era muy especializado para el nivel de mis alumnos. Comencé a preparar apuntes para que pudieran estudiar. Poco a poco fui acumulando el material, diciéndome a mi misma que algún día escribiría un libro sobre qué es la biotecnología y cómo transforma el quehacer humano. Con esta publicación en español del texto ampliado y actualizado espero conseguir una divulgación mayor, tal vez en toda América Latina.

-Dentro de la biotecnología, ¿hay aspectos más polémicos que otros?
Suele haber poca resistencia en lo que se refiere a las vacunas hechas con un organismo genéticamente modificado, sin embargo, la ingesta de un aceite hecho a partir de una semilla genéticamente modificada despierta temores en alguna gente, sobre todo en Europa. Surge entonces la pregunta: ¿lo que se come es más peligroso que lo que se inyecta?

-¿Y cómo responde usted a esa pregunta?
Hay que tener en cuenta que la biotecnología está hecha por gente responsable, no por científicos locos. Cabe preguntarse si el uso de la tecnología será evaluado a partir de imágenes publicitarias o a partir del conocimiento y comprensión de sus características, indudablemente la mejor alternativa.

-¿Cuáles son los factores que frenan el avance de la biotecnología?
Sobre todo ciertas organizaciones civiles, ciudadanos preocupados por que la biotecnología produzca daños ambientales serios. Es cierto que las precauciones son necesarias, pero no podéis tener una actitud negativa a priori, “no voy a salir de mi casa, me puede atropellar un coche, me puede pasar esto”. La tecnología en sí no es ni buena ni mala, todo depende del uso que le demos.

Desde su punto de vista, ¿cuáles son los factores que influyen en el desarrollo de la biotecnología?
La educación es fundamental para reconocer los alcances y las limitaciones de la biotecnología. Es importante que además de las empresas privadas de biotecnología, exista apoyo del Estado al desarrollo de la biotecnología en lo que se refiere a la investigación.

– En su libro, se pregunta: ¿cómo evitar que aumente la distancia científico-tecnológica entre los países desarrollados y en desarrollo? ¿Cómo respondería esta pregunta?
No sé la respuesta. Pero estaba pensando en la situación que se está viviendo en Brasil, donde diversas organizaciones de ambientalistas que se oponen fuertemente al desarrollo de la biotecnología local usan diversos recursos para frenar las investigaciones. Esta situación hace que la biotecnología crezca sin un planeamiento claro, siguiendo meandros y desvíos, lo que implica una enorme pérdida de tiempo y obliga al país a tener que comprar productos caros hechos fuera, obviamente, en un país más desarrollado. Este contexto de atraso aumenta la dependencia del país, que pierde la oportunidad de ganar riqueza y de crecer intelectualmente.

– ¿Cómo visualiza el futuro de la biotecnología?
Creo que dentro de poco tiempo la biotecnología estará presente en todos los aspectos de la vida cotidiana. Tengo la suerte de vivir un momento histórico y de testimoniar su evolución. Presencié su nacimiento y probablemente voy a llegar a ver el final de esta fase de expansión. Una experiencia única para alguien que se interesa por la ciencia y la tecnología.

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