Jornada plataforma alimentos con ciencia

La plataforma ALIMENTOS CONCIENCIA celebró el pasado martes un desayuno de trabajo en el que representantes del sector agroalimentario han exigido a la Unión Europea (UE) una política coherente y con base en evidencias científicas. Productores agrícolas y ganaderos y responsables del comercio de materias primas han mostrado su preocupación por la peculiar situación regulatoria que viven los organismos modificados genéticamente (OMGs) en la UE.

Los miembros de la plataforma rechazaron tajantemente la iniciativa presentada por la Comisión el pasado mes de abril que permitiría a los Estados miembros la adopción de normas nacionales para restringir o prohibir por razones no científicas el uso de OMGs. Una propuesta demagógica, irresponsable e incoherente de la Comisión Europea, ya que va contra el impulso a la innovación y al desarrollo tecnológico que la UE ha marcado entre sus prioridades en la Estrategia 2020.

La UE es el segundo mayor importador de soja del mundo, con el 47% de las importaciones mundiales de harina de soja (entre 32 y 34 millones de toneladas al año). Prohibir la entrada de ingredientes para la producción de alimentos sin que existan riesgos para la seguridad animal o humana o para el medio ambiente quebrantaría la unidad del mercado de alimentos y piensos, que se vería gravemente amenazada, con insalvables consecuencias económicas y sociales.

La plataforma ALIMENTOS CONCIENCIA resaltó la incongruencia de esta propuesta y advierte de los graves efectos que podría tener en un mundo globalizado que cada vez necesita producir más alimentos. Durante el desayuno de trabajo, el estadounidense Wayne Parrott, Profesor del Departamento de Cultivos y Ciencias del Suelo de la Universidad de Georgia, recordó que aunque la gente crea que los alimentos que consumimos hoy han existido toda la vida, no es así.

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En su exposición citó declaraciones del propio Darwin quien reconoció que el hombre ha alterado tanto las hortalizas que sólo un experto en botánica podría reconocer las variedades silvestres de las que proceden. “Todos los cultivos han sido modificados genéticamente. La modificación genética es una práctica muy antigua, y la ingeniería genética es tan sólo una subcategoría de estas modificaciones”, destacó el experto.

En su exposición, Wayne Parrott resaltó que pese al debate existente en la UE en torno a la biotecnología agraria, la realidad es que los transgénicos forman parte de nuestras vidas desde hace muchos años y son aceptados socialmente. La gran mayoría de la ropa está elaborada con algodón transgénico, al igual que los billetes de toda la zona euro. Otro buen ejemplo es la insulina, obtenida a través de procesos biotecnológicos.

Matilde Moro, representante de ASOPROVAC, subrayó que “impedir que los productores europeos usen variedades biotecnológicas que tienen el aval científico de las autoridades competentes no tiene ningún sentido. Cerrar las puertas a las importaciones de cultivos modificados genéticamente sería una política totalmente suicida que perjudicaría gravemente al sector. Una normativa que afectaría especialmente a España, donde somos altamente deficitarios en materias primas para alimentación animal. Los Estados miembros son dependientes de las importaciones de soja y la mayoría es biotecnológica”.

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La jornada contó con la participación de Daniel Ramón, Director Científico de Biópolis, que alertó sobre la pérdida de competitividad de la UE en la carrera biotecnológica. “En la década de los 80 la UE era líder internacional en I+D en biotecnología agroalimentaria, a día de hoy sólo lo somos en aditivos y enzimas. Hemos perdido el liderazgo y la culpa es de las autoridades políticas que están decidiendo sin escuchar a todos”, resaltó.

En esta línea destacó el sinsentido de que desarrollos con financiación europea y española como el trigo transgénico sin gluten apto para celíacos desarrollado por el Instituto de Agricultura Sostenible en Córdoba, perteneciente al CSIC, no haya podido ser licenciado en la Unión Europea. Esto supone que el 1% de nuestra sociedad que sufre esta intolerancia, no podrá acceder a esta tecnología, que facilitaría mucho su calidad de vida. “La opinión pública no es consciente de que el dinero que se está gastando para mejorar la salud pública europea se escapa y se va a Estados Unidos. No tiene sentido”, ha subrayado.

España tiene una importante agroindustria que necesita materias primas para mantener sus producciones ganaderas, generadoras de desarrollo económico y riqueza en el medio rural. La Plataforma ALIMENTOS CONCIENCIA defiende la importancia de la ciencia y la innovación como pilares para el desarrollo de la producción agroalimentaria, y exige que las instituciones aseguren el acceso a las tecnologías seguras y a la continuidad de la producción agroalimentaria como fuente sostenible de alimentos.

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