Los Estados miembros de la Unión Europea (UE) no llegaron a un acuerdo en el día de ayer al votar la propuesta de la Comisión Europea de autorización de dos nuevas variedades de maíz biotecnológico (Bt11 y 1507) y de renovación de la autorización de cultivo del maíz MON810. Casi dos tercios de los Estados miembros se han abstenido o rechazado dichas autorizaciones por motivos políticos e ideológicos, en ningún caso científicos. Las tres variedades de maíz modificado genéticamente (MG) han superado rigurosos controles científicos que avalan su seguridad tanto para el medio ambiente como para el consumo humano y animal. Esta postura limita fuertemente las relaciones comerciales europeas, la disponibilidad alimentaria, y tiene efecto directo en los precios de las materias primas y de los alimentos.

Desde hace más de 15 años, la UE mantiene bloqueada la aprobación organismos modificados genéticamente (OMGs) pese a que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) haya reafirmado de forma reiterada la incuestionable seguridad de los productos evaluados. Ningún otro cultivo en la historia ha sido sometido a pruebas tan rigurosas antes de ser puesto en el mercado. La UE paraliza el progreso de la biotecnología agraria pese a depender fuertemente de las importaciones de soja transgénica para alimentar a su ganado: el nivel de autosuficiencia en soja de la UE es inferior al 5%, por lo que importa 34 millones de toneladas de soja al año proveniente de países donde prácticamente toda la producción es transgénica.

Este aislamiento de la UE en biotecnología agraria ha provocado que Bruselas cuente con uno de los sistemas de regulación más impredecibles. Una mala administración que, vulnerando la legislación vigente, acumula los mayores retrasos en autorizaciones de OMGs de todo el mundo. El año pasado, el Defensor del Pueblo de la UE concluyó que la Comisión Europea no estaba cumpliendo el plazo establecido por la normativa vigente de OMGs para la tramitación de aprobaciones, causando retrasos indebidos cuando su seguridad ya había sido probada por la EFSA. El Tribunal General de la Unión Europea concluyó lo mismo en 2013 en relación a la aprobación para cultivo del Maíz 1507.

La Fundación Antama insta a la Comisión Europea a implementar correctamente el sistema de autorización de OMGs tanto para su cultivo como para su importación. La injerencia política de los últimos años ha limitado el acceso de los agricultores europeos a tecnologías y soluciones agrícolas seguras e innovadoras. Este limbo político ha socavado de forma continuada la propia evaluación de riesgos de la UE, y ha desgastado fuertemente la confianza de los consumidores. Un sistema en el que los productos científicamente seguros no son aprobados es, además de ilógico, extremadamente perjudicial para la competitividad europea.

En este contexto, la Asociación Europea de Bioindustrias (EuropaBio) pide que la Comisión Europea mantenga un sistema de aprobación de OMGs funcional y previsible, en el que juegue un papel clave el asesoramiento científico independiente de los organismos desarrollados para tal fin. “Europa no puede permitirse seguir ignorando la realidad de sus necesidades comerciales ni su necesidad de innovación”, afirma Beat Späth, Director de Biotecnología Agrícola de EuropaBio, quien pidió que “la UE impida de una vez por todas que la política triunfe sobre la ciencia en materia de OMGs, para poder dar a los agricultores europeos acceso a productos biotecnológicos seguros e innovadores” que ya usan sus competidores.

Compartir en redes sociales

Array