Con motivo del ‘II Encuentro Internacional de Biotecnología’ celebrado esta semana en Valencia, la Fundación Antama ha podido conversar en exclusiva con el científico José María Ordovás (profesor de Nutrición y Genética y director del Laboratorio de Nutrición y Genómica en el Human Nutrition Research Center on Aging en la Universidad de Tufts de Boston) para analizar los factores que se esconden tras los cultivos y alimentos transgénicos y su situación en la Unión Europea.
¿Está científicamente demostrada la seguridad de los transgénicos?
Los transgénicos se han estado haciendo desde siempre. Los productos que estamos consumiendo ahora no dejan de ser transgénicos desarrollados a través de procesos lentos de selección y pruebas. Lo que hemos hecho ahora es racionalizar el proceso y acelerar estos procesos.
¿Hay consenso en la comunidad científica en esta materia?
¿Acaso hay consenso científico sobre el calentamiento global? No, ¿verdad? Los científicos nunca tenemos consenso, siempre hay alguien que va a contracorriente, y esta diversidad es necesaria. En líneas generales, el conjunto de la comunidad científica cree que los transgénicos son algo beneficioso y seguro. Los transgénicos son parte de la evolución humana y no deberíamos sentir temor por ellos, es algo que se viene haciendo a lo largo de toda nuestra historia.
¿Son los transgénicos un elemento clave en la lucha contra el hambre?
Los transgénicos pueden salvar muchas vidas. Hay sociedades donde nos podemos permitir ser un poco más selectivos porque tenemos todo lo que queremos. En Los países industrializados nos preocupamos entre tener y tener mucho, pero en países como Asia o África mucha gente pasa hambre y para la que un alimento transgénico puede significar la diferencia entre la vida o la muerte. Hay países con deficiencias alimentarias donde los transgénicos ya han sido capaces de compensar esas carencias de forma sencilla y adaptándose a las costumbres locales.
¿Por qué en algunos casos se acepta la biotecnología medicinal pero se rechaza la agrícola?
Es una cuestión de percepción, no hay gran diferencia. Un medicamento es beneficioso igual que un alimento. Normalmente cuando se nombra la palabra gen la gente se asusta, ya sea genética humana o vegetal, y no sé la razón de este miedo. La información genética la hemos usando siempre.
¿En qué se basan los grupos ecologistas al afirmar que ‘los efectos de los transgénicos aún no se conocen’?
El factor de precaución lo enarbolamos tanto los ecologistas como los científicos, lo que pasa es que la demostración de lo que es seguro o no es seguro creo que es diferente en un grupo que en otro. Los ecologistas defienden el principio de precaución hacia los transgénicos por su profundo desconocimiento sobre qué es la nutrición y cuáles son las necesidades del ser humano. En otros casos esta postura es más una cuestión de principios. Si un ecologista pudiera ver los beneficios de los transgénicos a nivel global a lo mejor cambiaban de opinión.
¿Por qué la UE se ha quedado a la cola en la apuesta por esta tecnología?
Por la politización de la ciencia. La fuerza de los partidos verdes condiciona las decisiones de los políticos y les hace ser más prudentes a la hora de tomar decisiones. Las grandes fuentes de financiación para los científicos europeos vienen de la propia Unión Europea y ésta es un organismo político, por lo que hay que acomodarse a sus normas para sobrevivir. Si te sales fuera te quedas sin fondos y no puedes avanzar. Son las reglas del juego.