Josep M. Casacuberta, experto del panel científico de OMG de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), explica en una entrevista concedida a consumaseguridad.com que la seguridad del cultivo de maíz MON 863 está garantizada, y explica la respuesta de dicha organización a los científicos críticos franceses que la cuestionaron.
En el año 2004, la Comisión Europea aprobó la importación y el consumo animal y humano de la variedad biotecnológica de maíz MON863, a través de un proceso muy similar, en cuanto a rigurosidad, al actual. Ahora, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha presentado un nuevo informe en el que reitera que la seguridad de este cultivo está garantizada.
Josep M. Casacuberta, científico perteneciente a la EFSA, ha explicado la última actuación de ésta en materia de transgénicos. Para que un transgénico sea aprobado en la Unión Europea, una empresa respaldada por un Estado Miembro tiene que presentarlo en un informe en el que se detalla la variedad modificada genéticamente en todos sus aspectos: el carácter modificado y el análisis de toxicidad, entre otros. La EFSA, cumpliendo una solicitud de la Comisión Europea, analiza el informe y decide si autorizar o no el nuevo cultivo. Aunque “se necesitan razones científicamente fuertes para establecer una cláusula de salvaguarda” según J.M. Casacuberta, todos los países miembros pueden hacerlo si consideran que el cultivo de la variedad transgénica puede afectar a su territorio.
Esto es lo que ocurrió en el caso del maíz MON863, cuando un grupo de investigación francés del CRIIGEN (Comité para la Información Independiente y la Investigación sobre Ingeniería Genética) presentó sus conclusiones de análisis sobre el informe inicial de la empresa. Estos científicos consideraron que encontrar más de 40 diferencias en las estadísticas con datos de los experimentos con animales representaba cierto grado de riesgo, ya que algunas de ellas podían ser indicativas de daño renal o hepático. Sin embargo, la respuesta de la EFSA en palabras de J.M. Casacuberta afirma que “no había una relevancia ni correlación biológica entre dichas diferencias”.
Al mismo tiempo que la EFSA, otro equipo de científicos franceses, que realizó el trabajo a petición de la Comisión francesa de Ingeniería Molecular, “analizó de nuevo y de forma independientemente los datos y ambos llegaron a esa misma conclusión”.
Este especialista en biología molecular no se inquieta y asegura que la diferencia de resultados es debida a que “los estudios con animales no son una ciencia exacta y no existe una única manera de analizar los datos obtenidos”. El problema está en que hay que utilizar métodos estadísticos muy sofisticados, y no todos disponen de ellos. Además, aunque los experimentos con modelos animales se consideran una parte muy importante en la evaluación de los transgénicos, “son sólo un dato más entre los muchos que se analizan”, por lo que la seguridad en los cultivos transgénicos de hoy está más que garantizada.
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