transgenicos charla JAL

Ayer se celebró en Madrid la charla ‘Transgénicos: ¿Podemos vivir sin ellos?’ a cargo de José Antonio López Guerrero (Doctor en Ciencias Biológicas, Profesor Titular de Microbiología en la Universidad Autónoma de Madrid y Director de Cultura Científica del centro de Biología Molecular Severo Ochoa CSIC-UAM) en la que el experto ofreció a los asistentes una completa explicación de en qué consiste un organismo modificado genéticamente y las claves de la controversia que los rodea. “La polémica que envuelve a los transgénicos es desde un punto de vista político, no desde un punto de vista científico”, afirmó.

El experto quiso resaltar que desde los orígenes de la agricultura las plantas han sido modificadas genéticamente por el hombre y que el concepto de productos naturales es algo irreal ya que cualquier actividad agraria tiene impacto sobre el medio ambiente. “La agricultura y el concepto ‘natural’ son incompatibles, ya sea la agricultura convencional o ecológica. No existe ningún alimento cultivado que no haya sido modificado genéticamente”, explicó.

Y es que desde los orígenes de la agricultura se han ido mejorando las planta a través de la selección de especies, la creación de híbridos o con híbridos. Lo que ha cambiado con la biotecnología es sólo la técnica de hacer esta mejora, que ahora se hace de forma precisa modificando sólo los caracteres que se quiere mejorar y no de forma aleatoria como se ha hecho a lo largo de la historia.

En este contexto recordó que variedades como el tomate o la patata en sus orígenes eran tóxicas pero el hombre las fue modificando hasta ser aptas para el ser humano. O el maíz, cuyo tamaño nada tenía que ver en sus orígenes al de las generosas mazorcas que tenemos a día de hoy. Mejoras genéticas que el hombre ha realizado desde los orígenes de la agricultura, que nada tienen que ver con técnicas biotecnológicas, y cuya obtención nadie cuestiona pese a haber sido realizadas de una forma aleatoria.

José Antonio López Guerrero quiso resaltar también que la seguridad de los transgénicos es un factor objetivamente demostrable ya que “no existe ni un solo dato contrastado de ningún efecto negativo de un alimento transgénico sobre el ser humano, algo que no se puede decir de los productos ecológicos”. Explicó también que todos llevaos biotecnología en nuestra ropa (los detergentes y el algodón de la ropa son biotecnológicos) y en nuestras carteras (los billetes de euro están hechos con algodón modificado genéticamente). También recordó que la insulina procede de una bacteria modificada genéticamente.

También criticó la posición de la Unión Europea que está impidiendo cultivar transgénicos cuya producción después trae desde fuera. Una postura sin justificación científica, que pone en desventaja al agricultor y al consumidor europeo, y que nos está haciendo cada vez más dependientes de las importaciones. “La Unión Europea sólo produce el 1% de la soja suficiente para cubrir su demanda, el resto la importa de otros países con producción transgénica”, explicó como ejemplo.

Sobre la oposición de los grupos ecologistas a los cultivos transgénicos criticó que ésta no se base en ningún argumento científico sino que es sólo un movimiento ideológico. “No estoy en contra de las presiones sociales, el problema es cuando ésta parte de un concepto ideológico preconcebido como ocurre en este tema”, explicó. También quiso romper el mito de que la investigación en biotecnología agraria es privada, algo falso ya que la investigación pública es muy potente en todo el mundo y en países como China es exclusivamente pública.

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