Cesfac es una fundación que defiende los intereses del sector de la alimentación animal, su carácter riguroso e innovador le ha permitido ser una herramienta de gestión fundamental y un elemento de debate interesante donde se plantean cuestiones como la aplicación de la biotecnología a este sector. Jorge de Saja, su director nos concede una entrevista para ofrecernos su interesante visión sobre los OMGs

– ¿Cuál es el papel de la fundación Cesfac?

Cesfac nació con el deseo de ayudar al desarrollo del sector, de ser una herramienta de gestión eficaz y moderna para promover iniciativas y actividades que redunden en un beneficio y en una mejor implicación de éste con la sociedad. Nosotros  ofrecemos un foro de información, un grupo de discusión permanente en el que damos cabida a todas las realidades y aspectos de la alimentación animal. Además, la fundación se ha comprometido activamente en el desarrollo del debate sobre la utilización de biotecnología en la cadena alimentaria, participando activamente en foros y medios públicos y privados que comparten ese interés.

– ¿Cómo valora la posible aprobación de los nuevos eventos de maíz?

En la Fundación siempre hemos abogado por el uso de este tipo de tecnología. La aprobación sería un pequeño paso adelante, pero necesario e interesante para un futuro en el que se debe normalizar el uso de la biotecnología. No obstante, las variedades desarrolladas hasta la fecha no tienen ninguna mejora funcional para los alimentos compuestos de animales, cumplen las mismas cualidades nutritivas que los cultivos tradicionales, sería interesante desarrollar en un futuro mejoras para este sector.

– ¿Qué consecuencias cree que tendrá para ganaderos, retailers y ganaderos?

Pues todas favorables, ya que la aprobación permitirá ir normalizando una tecnología ya aplicada en países de referencia como EEUU.  Casi la totalidad de los piensos compuestos para animales en España son transgénicos, ya que la soja es un componente muy importante para la alimentación animal y ésta es casi en su totalidad transgénica a nivel mundial, por tanto será un buen paso para el sector ganadero que lleva pasando tres años difíciles debido a los vaivenes en las aprobaciones de este tipo de variedades.

– ¿Cree que favorecerá la posibilidad de prescindir de cierta parte de las importaciones para desarrollar el cultivo nacional y abaratar costes?

En su totalidad no, ya que España es deficitaria en piensos compuestos, pero supondrá una mejora, un pequeño paso hacia delante.

– ¿Deberían normalizarse este tipo de aprobaciones en Europa para irse equiparando al continente americano?

Claramente sí, esta tecnología vino de manos europeas y ha sido EEUU el que la ha explotado económicamente, Europa ha dejado perder muchas veces grandes avances tecnológicos como fue en su momento la informática. Cuando surgió la biotecnología a finales de los 80 principios de los 90 hubo sectores comerciales que fueron en contra por cuestiones de marketing, lo que fue perjudicial para el desarrollo de esta tecnología en Europa y un gran beneficio para EEUU.

– ¿La calidad del grano es mejor en el maíz Bt o en el tradicional?

Pues desde el punto de vista de la alimentación animal he de decir que son exactamente iguales, a nosotros nos interesan los valores nutricionales y en este sentido cumplen los mismos parámetros. Las variedades transgénicas han ofrecido mejoras en campos como la resistencia a taladros o tolerancia a herbicidas, pero en lo que a valores nutricionales se refiere de momento no, por tanto presentan y ofrecen los mismos valores nutricionales que los cultivos tradicionales.

– ¿Y en cuanto al volumen?

En cuanto al volumen hay una diferencia abismal en la producción, en los últimos años se ha multiplicado la producción agrícola gracias a la aplicación de la biotecnología, por tanto es evidente que este tipo de cultivos ofrecen una producción mucho mayor.

– ¿Qué tipo de medidas considera que se deberían aplicar para mejorar los intereses del sector?

Pues es difícil encontrar la solución a todos los problemas, pero considero que deberían rotar aquellos puestos en los que recaen las decisiones políticas para la aprobación de cultivos biotecnológicos, donde entran en juego conflictos políticos y de intereses al margen de lo que de momento ofrecen los datos científicos.

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