Jose Miguel Mulet Salort, profesor de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia e investigador en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas, ha sido premiado en la categoría de Tecnología de los VIII premios IDEA de la Fundación CAC y la Generalitat Valenciana. El premio fue concedido por el proyecto titulado ‘Hemoglobinas vegetales para la mejora biotecnológica de cultivos’.
El químico nos cuenta en esta entrevista las claves de su investigación y su visión del papel de la biotecnología agraria ante los retos presentes y futuros. Jose Miguel Mulet Salort pulicó hace un año su obra ‘Los productos naturales, ¡vaya timo!’, un libro que realiza un riguroso análisis de los productos naturales en todas sus vertientes, valorando su efectividad y respeto con el medio ambiente.
Hemoglobinas vegetales para la mejora biotecnológica de cultivos, ¿en qué consiste la investigación?
En su momento buscamos genes de plantas capaces de dar tolerancia a sequía utilizando una estrategia consistente en poner estos genes en levadura (con las que es más fácil de trabajar) y seleccionar aquellos que dieran tolerancia a sequía (la simulábamos poniendo un medio con sorbitol muy alto, que deseca a las levaduras). La hemoglobina vegetal fue uno de los tres genes de plantas que identificamos.
¿Cuáles son sus aplicaciones y beneficios?
De momento hemos visto que en la planta modelo A. thaliana da tolerancia a sequía. Ahora queremos probarlo en plantas de interés agronómico como el tomate o la berenjena.
¿A qué retos se enfrenta la agricultura presente y futura?
Población mundial en aumento, inviernos más fríos y veranos más largos por el cambio climático, escasez de agua… ¿hace falta seguir? El principal reto es conseguir alimentos asequibles y seguros para toda la población de la forma más respetuosa posible con el medio ambiente.
¿Qué papel juega la biotecnología agraria ante estos retos?
La biotecnología agraria es aplicar nuevas herramientas para afrontar nuevos retos. En mi campo de estudio, el estrés por sequía o frío, nos puede permitir incrementar el umbral de tolerancia de las plantas que nos alimentan a condiciones climáticas o ambientales desfavorables, de forma que podremos aumentar la productividad en condiciones adversas, condiciones en las que las variedades que ahora tenemos directamente no sobreviven o su productividad cae en picado. ¿Quién puede negarse a eso?
¿Por qué la Unión Europea se muestra reticente ante esta tecnología?
Es un problema social, de comunicación pública, pero es cuestión de tiempo que cambie esta percepción. Nuestros competidores como Estados Unidos, Australia y Argentina están utilizando esa tecnología y además exportando sus productos a un precio menor al costo de fabricación que tienen en Europa por negarnos a utilizar las mejores herramientas. O le damos la vuelta a la tortilla o el sector agrario está condenado a desaparecer.
Biotecnología agraria, ¿tecnología de presente o de futuro?
Fuera de Europa de presente, en Europa espero que de futuro inmediato.
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