En el año 2012, el proyecto Melonomics, un consorcio público‐privado liderado por investigadores del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG), consiguió la primera secuencia completa del genoma del melón. Siete años más tarde, y basándose en los datos aportados por el proyecto Melonomics, un grupo de investigación de la Academia Ciencias Agrícolas China ha secuenciado el genoma de 1.175 variedades de melón, lo que representa prácticamente toda la diversidad existente de la especie Cucumis melo. En su análisis ha participado el equipo del CRAG liderado por Jordi Garcia‐Mas, y los resultados se publican esta semana en la revista Nature Genetics. En el estudio han participado también investigadores del IBMCP

“El estudio de todas estas variedades de melón nos ha permitido comenzar a entender cómo tuvo lugar la domesticación de la especie hace 4.000 años” explica Jordi Garcia‐Mas, investigador del IRTA en el CRAG y uno de los líderes del estudio que se publica esta semana. El trabajo indica que la planta de melón se habría domesticado tres veces de manera independiente, una en África y dos en la India. 

“Esta nueva información genómica, además de contribuir al conocimiento de la domesticación de esta especie, representa una información muy valiosa que podrá aplicarse a la mejora genética del melón para obtener nuevas variedades de una manera más rápida y precisa,” añade Garcia‐Mas. En un artículo de opinión de la revista Nature Genetics que acompaña esta investigación, autores alemanes sugieren que la mejora genética del melón podría incorporar técnicas de edición genómica como CRISPR‐CAS9, una tecnología que ya se está desarrollando en el laboratorio de Garcia‐Mas.

LA DOMESTICACIÓN DEL MELÓN

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el año 2017 se produjeron más de 30 millones de toneladas de melón en todo el mundo, la mitad de ellas en China. España es el principal productor dentro de la UE, y también el primer exportador mundial. Las variedades que se consumen actualmente se agrupan en dos subespecies, melo y agrestis. La primera se cultiva en todo el mundo, y es la que contiene las variedades de melón más apreciadas para su consumo, como los tipos Piel de Sapo, Amarillo, Cantalup o Galia. La subespecie agrestis, en cambio, se cultiva prácticamente sólo en el este de Asia y contiene variedades y accesiones que producen melones con menos pulpa y amargos.

En el estudio que se publica ahora en Nature Genetics, se han secuenciado variedades de las dos subespecies de melón, incluyendo variedades salvajes, que no se consumen. Los resultados sugieren que cada una de estas subespecies se domesticó de manera independiente en Asia partiendo de variedades salvajes de melones de las subespecies melo y agrestis. Mediante estudios de asociación, los autores han logrado identificar 208 regiones del genoma del melón que determinan caracteres de interés agronómico del fruto como el color externo, el color de la pulpa, la acidez, el aroma o la presencia de suturas en la corteza. Todos estos datos serán herramientas valiosas para la mejora genética de esta especie vegetal de alto interés económico, con el objetivo de conseguir variedades que se puedan cultivar de manera más sostenible y que a la vez produzcan frutos de excelente calidad.

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