Los retrasos en aprobaciones de organismos modificados genéticamente que cuentan con el aval científico de las autoridades competentes es una realidad en la Unión Europea, pero no fuera de sus fronteras. Caso excepcional es el de Australia, que tras aprobar en 2003 la colza transgénica al haber superado todos los controles de seguridad pertinentes, los gobiernos estatales impusieron moratorias a su cultivo que han llegado a estar activas hasta seis años después, y que todavía se mantiene activa en algunos estados.

Ahora, expertos canadienses de la Universidad de Saskatchewan han analizado el coste que esta moratoria ha tenido en Australia. Los resultados han sido publicados en GM Crops & Food. Los expertos utilizaron la curva de adopción de colza MG en Canadá para estimar los beneficios ambientales y económicos potenciales que habría tenido dicho cultivo en Australia entre 2004 y 2014 si no se hubiera impuesto la mencionada moratoria.

El estudio concluyó que la no implantación de colza biotecnológica en Australia una vez había sido aprobada provocó:

  • La aplicación de 6,5 millones de Kg adicionales de ingredientes activos aplicados en los cultivos de colza
  • Un aumento del 14,3% del impacto ambiental para los agricultores, los consumidores y el medio ambiente
  • La emisión de 24.2 millones de kilogramos adicionales de gases de efecto invernadero y emisiones compuestas.
  • La pérdida de producción de 1,1 millones de toneladas de colza con una pérdida económica de más de 300 millones de euros.

[FUENTE: Taylor&Francy]

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