La biotecnología aplicada a la agricultura puede contribuir a conservar el agua, un bien natural escaso en la actualidad, puesto que existen variedades vegetales mejoradas genéticamente que necesitan menores cantidades de agua de riego, y que resisten situaciones de sequía.

Los organismos mejorados genéticamente pueden ser de gran utilidad para permitir la agricultura en suelos desérticos o salinizados, porque no han podido generarse, por métodos tradicionales, variedades de plantas de utilidad agrícola que toleren estas condiciones extremas, según asegura la Sociedad Española de Biotecnología (Sebiot).

La técnica de ingeniería genética permite transferir genes de tolerancia a estos factores de estrés ambiental. Hoy en día se conocen las bases genéticas del uso eficiente del agua por las plantas y de la tolerancia al daño producido por la desecación y la salinidad. Por tanto, sería posible construir organismos mejorados genéticamente a partir de plantas cultivadas como el tomate o la sandía, transfiriéndoles algunos genes para que creciesen en suelos desérticos o salinizados.

Con la aplicación de la moderna biotecnología a la mejora de plantas cultivadas las variedades de maíz protegidas genéticamente contra los ataques de plagas de taladros que actualmente se cultivan en el valle del Ebro están facilitando aumentos de producción medios cercanos al 11%. Esta mayor eficiencia implica una reducción cercana al 10% en el agua de riego necesaria para producir una tonelada de grano.

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