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Con motivo de la semana de la biotecnología, la Asociación Española de Bioempresas (ASEBIO) celebró ayer en el Palacio de Congresos de Toledo la cuarta edición del BioEncuentro con medios en el que se abordó la biotecnología agraria. Bajo el título ‘Dependencia europea de cultivos externos modificados genéticamente: trabas en la regulación’, Soledad de Juan, Directora de la Fundación Antama, analizó la situación que viven los cultivos biotecnológicos en la Unión Europea y cómo la regulación comunitaria está frenando su progreso, limitando el progreso agrario europeo y haciéndonos cada vez más dependientes de las importaciones.

En su intervención, Soledad de Juan resaltó la paradoja en que a día de hoy la Unión Europea tenga aprobados 47 eventos modificados genéticamente (MG) de los que sólo permite a sus agricultores cultivar dos: maíz Bt y patata Amflora. En esta línea destacó la dependencia en importaciones de productos como la soja, que la gran mayoría de los casos se importa MG. “Europa sólo produce un 2% de la soja que necesita y el 90% de la que importa es transgénica”, recalcó.

La ingeniero agrónomo criticó que el sistema de aprobaciones europeo de variedades MG “no funciona”. “La Comisión Europea tarda una media de 11 meses en llevar a votación la aprobación de una variedad transgénica cuya seguridad ya ha confirmado la EFSA cuando la ley establece un máximo de 3 meses”, explicó. A día de hoy la Unión Europea acumula retrasos en aprobaciones de organismos modificados genéticamente (OMGs) de más de 50 años.

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Esta situación está haciendo que el agricultor no pueda ser competitivo. “Se está dando más valor al voto político que a las evidencias científicas”, una posición que para Soledad de Juan está haciendo que “perdamos el tren de la biotecnología”. “La investigación y los científicos se van de la Unión Europea creando una gran dependencia del exterior”, señaló.

“Si el consumidor supiera que los animales que consume desde hace años se alimentan de soja transgénica seguro que cambiaría la percepción social sobre la biotecnología agraria”, afirmó. Para concluir, Soledad de Juan apostó por la comunicación basa en la ciencia para dar todas las herramientas necesarias al consumidor para decidir libremente lo que mejor le convenga. “Hay que defender el etiquetado para garantizar la libertad del consumidor”.

El BioEncuentro también contó con otra sesión sobre biotecnología roja aplicada a la medicina. El evento también contó con dos talleres prácticos. Paralelamente se celebró el Foro Español sobre Bioeconomía.

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