En el marco de la jornada ‘Cambio climático y sistema agroalimentario nacional’ celebrada ayer en Madrid, el científico Manuel Piñeiro (CBGP UPM-INIA) analizó las claves de las tecnologías CRISPR, aplicaciones, usos actuales, perspectivas de futuro y retos legislativos a los que se enfrentan en la Unión Europea. Sistemas que según destacó el experto tienen un enorme potencia en la mejora de cultivos, permitiendo editar con gran precisión y de una forma simple y barata. La jornada fue organizada por Fundación Foro Agrario y la Asociación de Periodistas Agroalimentarios de España.
Según explicó Manuel Piñeiro, las CRISPR “pueden ofrecer soluciones a multitud de cultivos”, utilizando solo una única tecnología. Calificó a la herramienta de simple, sencilla, barata, y sobre todo precisa, que permite editar con exactitud cualquier región del genoma. Unas tecnologías que han demostrado funcionar en todos los organismos en los que se ha testado. “No es la solución a todos los problemas, pero sí es una herramienta que puede ayudar mucho y que no puede quedar de lado”, resaltó.
CRISPR vs TRANSGÉNICOS
Los científicos son unánimes al decir que las CRISPR no pueden ser consideradas como herramientas transgénicas. Manuel Piñeiro lo explicó así: “la edición genómica a través de las tecnologías CRISPR permiten obtener organismos modificados genéticamente sin que se haya introducido ningún material genético de otro organismo (…) solo se ha cambiado un pequeño fragmento de la secuencia de DNA en un gen concreto”. Totalmente distinto a los transgénicos, que implican la inserción de material genético exógeno.
En esta línea, el experto afirmó que hay que hacer un esfuerzo en explicar correctamente al ciudadano las diferencias entre estas dos tecnologías. “También hay que explicar que a día de hoy no hay evidencia científica alguna que permita apoyar la idea de que los cultivos transgénicos sean perjudiciales”, resaltó. Y no se olvidó de las inquietudes y preocupaciones de la sociedad, que deben ser escuchadas para que la comunidad científica pueda resolver sus dudas y trabajar en dar respuesta a los problemas planteados.
La regulación europea a día de hoy está envuelta de incertidumbre y, según Manuel Piñeiro, es una de las grandes amenazas para la aplicación e impulso de las tecnologías CRISPR. “La regulación europea aún es incierta, pero espero que no se aplique la misma legislación que a los transgénicos, hay señales positivas que hacen entrever que no se aplicará idéntica regulación”, reflexiona el científico.
CRISPR EN PLANTAS
En su ponencia, Manuel Piñeiro puso ejemplos que ya han demostrado la eficacia de las CRISPR en plantas. Hasta la fecha se han desarrollado nuevas variedades de plantas en las que se ha mejorado su defensa frente a plantas, su adaptación a los efectos del cambio climático, su calidad y sus características para ofrecer mejoras nutricionales al consumidor. Resaltó el caso del trigo sin gluten apto para celíacos, las plantas de tomate resistentes a altas temperaturas a través de la inactivación de un único gen, o las plantas de maíz resistentes a la sequía a través de la sobreexpresión de un gen.
Éstos son solo algunos ejemplos de los más de cincuenta que ya existen en la literatura y en los que se ha usado esta tecnología para abordar problemas en cultivos. Una cifra muy elevada, sobre todo si tenemos en cuenta que la descripción del CRISPR fue publicada solo hace cinco años. A día de hoy se están mejorando estos sistemas para que sean inducibles, esto es, que funcionen solo en el momento o el lugar donde nos interese. Se están mejorando para conseguir formas inactivadas de la proteína nucleasa, para que en vez de cortar el DNA se modifique la expresión sin que haya efecto heredable.
También se están utilizando versiones modificadas en la que el proteína nucleasa se fusiona a sondas fluorescentes y permite ver literalmente cómo está organizado el genoma. Se están desarrollando nuevos sistemas de entrega celular para no depender de sistemas de transgénesis. Se están investigando nuevas versiones de Cas ya que el sistema que estamos utilizando viene de una pocas especies de streptococcus, pero casi la mitad de las bacterias y muchas más de las arqueobacterias tienen sistemas similares. “La variedad de herramientas que podemos sacar de ahí es casi infinita”, concluyó.