Científicos de Israel emplean la biotecnología para modificar aromas y trasladarlos a flores que desprenden perfumes poco intensos

Flor del Instituto de Biología Molecular (Valencia)Las flores que exhalan poco aroma ya no volverán a parecernos de menor categoría en comparación con las que sí lo hacen, gracias al trabajo científico de un equipo de investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén, que ha logrado aislar y descifrar la composición de los genes y proteínas que operan en la producción de fragancia de rosas y claveles. Tras este descubrimiento, el grupo, liderado por el profesor Alexander Vainstein, ha empleado técnicas de ingeniería genética para alterar la producción de aroma e insertarlo en otras flores de olor menos intenso. Petunias y claveles podrán desprender perfumes más profundos.

El biólogo molecular que lidera el equipo, Alexander Vainstein, comenzó estudiando el mecanismo molecular del aroma de las flores sólo por curiosidad. “Hasta hace poco tiempo, la gente conocía muy poco sobre le mecanismo genético de la producción de aroma”, afirma, tras indicar que el aroma de las flores es “una cosa muy volátil” y que “las flores huelen de forma diferente según los momentos del día, de si hace frío o calor, o de si la planta es joven o vieja”. Una vez que los científicos aislaron y descifraron la composición de los genes y proteínas que operan en la producción de la fragancia de rosas y claveles, según explica Vainstein, tomaron el gen responsable para este componente de las rosas y lo insertaron en petunias y claveles, según recoge la lista de distribución de noticias Agbioworld.

“Esto significa que la petunia produce ahora componentes aromáticos encontrados normalmente en las rosas. No es que las petunias ahora huelan a rosas, sino que ofrecen un aroma mucho más intenso que antes”, matiza el profesor israelí. En otro proyecto similar, llevado a cabo en Estados Unidos, los científicos tomaron un gen de una pequeña planta aromática que originaria de California y la introdujeron en plantas de clavel, que desde entonces produce el mismo componente aromático que el vegetal californiano. Al mismo tiempo, descubrieron un método para silenciar el olor de las plantas si éste resulta desagradable.

El profesor Vainstein se muestra orgulloso de sus invernaderos, localizados en el Instituto de Ciencia y Genética de Plantas “Robert H. Smith”, dependiente de la universidad israelí. Otro avance alcanzado por su equipo consiste en introducir el aroma de las flores en alimentos como el pan o el vino, gracias a unos componentes de las levaduras. El científico sostiene que, actualmente, quienes manufacturan alimentos suelen recurrir a componentes aromáticos sintéticos, pero que su trabajo les capacitará para crear y emplear componentes naturales.

Además de la fragancia, el equipo de Vainstein, formado por 14 catedráticos y estudiantes, ha cosechado éxitos en la mejora del color, mediante la introducción de nuevos colores en las flores, como por ejemplo la gypsophila, tradicionalmente de color blanco. En este sentido, la Universidad ya ha desarrollado varias líneas de claveles de colores como el verde pastel y verde pálido, y trabajan de forma progresiva en la mejora del color de las rosas.

El investigador destaca que estas flores transgénicas se desarrollan tan sólo en 3 ó 4 localizaciones en todo el mundo, y que la Universidad hebrea alberga el único laboratorio de investigación que se ocupa tanto de la mejora del aroma como del color. “La mayoría de los laboratorios trabajan o el color o el aroma; nosotros trabajamos con los dos”, subraya. Este grupo de investigadores también se dedica al desarrollo de plantas con una mejor resistencia a enfermedades y con mayor número de raíces, para obtener más cantidad de flores.

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