La Fundación Antama ha participado un año más en el Máster Universitario en Biotecnología Molecular y Celular de Plantas del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP) de la Universidad Politécnica de Valencia. Un máster que busca formar a especialistas en mejora genética vegetal, además de generar y desarrollar perspectivas sobre la utilización biotecnológica de las plantas y de otros sistemas biológicos, tanto en un entorno académico como empresarial.
Un máster que celebra este año su decimoséptima edición y en el que la Fundación Antama participa históricamente con una clase magistral abordando el panorama de la biotecnología agroalimentaria. Este año además hemos analizado especialmente las nuevas técnicas de edición genética, recopilando los últimos avances en esta materia y el panorama regulatorio las herramientas CRISPR, la gran revolución en la edición genética. Unas tecnologías que nada tienen que ver con los transgénicos que conocíamos hasta ahora y que no pueden ser reguladas bajo la misma normativa.
Soledad de Juan, Directora de la Fundación Antama, fue la encargada de impartir esta clase magistral en la que resaltó el gran reto alimentario, que “pide al sector producir más con menos y ser extremadamente cuidadosos con el medio en el que trabajamos”. Reconoció que esto lo tenemos que hacer con innovación, tecnología y conocimiento, igual que hacen el resto de sectores. Sin olvidarnos de que tenemos que ser cada vez más sostenibles y respetuosos con el medio en el que vivimos.
Habló también de la percepción social. Señalando la incongruencia de que Europa importe granos modificados genéticamente diariamente pero sólo permita sembrar una semilla transgénica. Hay que dar a conocer a la sociedad que “los agricultores españoles utilizan semillas transgénicas con total normalidad sin ningún problema”. Y es que la percepción social está siendo condicionada por ideologías que son contrarias a la tecnología en alimentación y que nos está haciendo perder un tren que impacta en cada uno de los eslabones de la cadena.
“Como sociedad admitimos la tecnología y la innovación en todos los ámbitos de la vida pero nos chirría en alimentación”, reconoció Soledad de Juan. Resaltando que la sociedad tiene hoy una imagen idealizada de lo que es el sector agrario, retrocediendo a los orígenes de la agricultura considerando que eso es lo bueno. Además, existe una brecha enorme entre el medio urbano y el medio rural, cada vez hay menos gente en el sector de la producción de alimentos. “Todo esto hace que cada vez sea más importante comunicar y contar a la sociedad que los consumidores de alimentos somos todos”.
Sobre la percepción social, Soledad de Juan reconoce que cuando surgieron los transgénicos no se hizo una buena comunicación, se creía que no hacía falta. “Al consumidor hoy le interesa la seguridad de los alimentos, sus cualidades nutricionales, pero también como se producen, y esto último antes no era importante para el consumidor”, explica. A esto se le sumó que a finales de los 90 hubo una gran desconfianza social europea sobre la seguridad alimentaria en general, situaciones como la crisis de las vacas locas creó temores entre los consumidores. Además, la comunidad científica y el sector agroalimentario no comunicaba como lo hace hoy. Todo esto hizo que la percepción inicial de los transgénicos no fuera positiva.
Además, se le sumaron las campañas de los grupos antitransgénicos que anunciaron cosas que nunca ocurrieron. “Esas catástrofes que nos anunciaron no han sido tales, pero mientras hemos perdido el tren de la tecnología”. Por eso es tan importante no cometer el mismo error con las nuevas técnicas de edición genética, una tecnología muy precisa que permite una edición rápida que permite adaptar plantas para resolver problemas claves del sector agroalimentario. Unas tecnologías que deben ser reguladas siempre con base científica. “Es responsabilidad de todos recapacitar sobre el impacto de las regulaciones europeas”.
Soledad de Juan reconoció la importancia de comunicar, ya que tenemos una sociedad preparada y con grandes inquietudes de conocimiento. A día de hoy tenemos fácil acceso a la información, tenemos nuevos canales de comunicación y el sector tiene que estudiar las inquietudes, miedos y dudas del consumidor para comunicar en esa línea. En esta comunicación es importante educar a los más pequeños, acercar a los jóvenes cómo trabaja el sector, un sector que trabaja cada día por ser más sostenible. Comunicar con un lenguaje directo y cercano, que se adapte a los distintos formatos, que revalorice el trabajo del sector y de los científicos. “La sociedad cada vez tiene más ganas de conocer y hay que darles a conocer cómo se preocupa diariamente el sector por cuidad el medio ambiente”.