El proyecto de la Estrategia europea para la Biodiversidad 2030 destaca la importancia que tiene la conservación de la biodiversidad para la seguridad alimentaria mundial. Afirma que “la pérdida de biodiversidad constituye una amenaza para nuestros sistemas alimentarios, lo que pone en peligro la seguridad alimentaria y la nutrición”. Una pérdida que se traduce en una “reducción de los rendimientos de las cosechas”, aumento de pérdidas económicas debidas a inundaciones y otras catástrofes. Y es que “la biodiversidad permite proporcionar alimentos seguros, sostenibles, nutritivos y asequibles”. La Comisión Europea se compromete en el texto a “seguir de cerca los avances y mejoras en cuanto a seguridad alimentaria”.

CLAVES DE LA ESTRATEGIA PARA LA BIODIVERSIDAD 2030

Para 2050 los sistemas productivos actuales tendrán que ofrecer alimentos a más de 9.000 millones personas [1]. Para alimentar a esta población con los sistemas de producción actuales habrá que aumentar la producción de alimentos un 60%, el consumo de energía un 50% y el consumo de agua un 40% [2]. El crecimiento poblacional es sostenido y está poniendo en una encrucijada al sector productivo. Los datos indican que podríamos llegar a ser 10.900 millones de personas en el año 2.100 [3]. Además de tener que producir más, el sector tiene que hacerlo luchando contra los efectos del cambio climático. Además, el sector agrario tiene una limitación imperante: queda muy poca superficie terrestre que podría ser destinada a la agricultura sin implicar deforestación.

Ante este gran reto alimentario, es clave la conservación del entorno, pero también el aumento de producción. La Estrategia para la Biodiversidad 2030 debería apostar por todas las tecnologías y modelos sostenibles que ayuden a conservar los ecosistemas, asegurando alimentos para todos sin un mayor impacto en la biodiversidad. La biotecnología agroalimentaria debe ser una de las herramientas clave ante este reto, un modelo agrario que permite ser más productivo por unidad de superficie, evitando así deforestación de tierras salvajes para destinarlas al cultivo.

BIOTECNOLOGÍA AGRARIA Y SEGURIDAD ALIMENTARIA

Qué mejor ejemplo que el cultivo de maíz Bt en la Península Ibérica para ver cómo las semillas biotecnológicas pueden ayudar a incrementar la producción por unidad de superficie. Entre 1998 y 2018, el cultivo de maíz biotecnológico ha permitido a los agricultores españoles y portugueses obtener una producción adicional de 1,89 millones de toneladas [4]. Para alcanzar esos niveles de producción con maíz convencional habría sido necesario cultivar una superficie agrícola adicional de 15.240 hectáreas en los dos países. Durante el período de 21 años, el ahorro equivalente de tierras derivado de la producción adicional ha sido de 188.890 hectáreas.

CONSERVACIÓN DEL SUELO EN LA ESTRATEGIA PARA LA BIODIVERSIDAD

Otro ejemplo. El uso de semillas biotecnológicas entre 1996 y 2018 fue responsable de la producción mundial adicional de 278 millones de toneladas de soja, 498 millones de toneladas de maíz, 32,6 millones de toneladas de algodón y 14 millones de toneladas de colza [5]. Solo en el caso del algodón y el maíz, sus producciones en este periodo se incrementaron en un 13,7 y un 16,5 por ciento, respectivamente.

 BIOTECNOLOGÍA GRARIA Y SOSTENIBILIDAD

Pero la biotecnología agraria no solo permite producir más sin tener que incrementar la superficie de cultivo, además lo hace con un modelo agrario sostenible, utilizando menos recursos y contribuyendo a reducir la presión sobre algunos escasos como el agua. Volviendo a los ejemplos anteriores, el uso de semillas biotecnológicas entre 1996 y 2018 permitieron reducir la aplicación de productos fitosanitarios en 776 millones de kg (8,6%). Equivale a más de 1,6 veces el uso anual total de productos fitosanitarios de toda China. Como resultado de esta reducción, los agricultores redujeron el impacto ambiental asociado con sus prácticas de protección de cultivos en ese 19% mencionado antes.

SOSTENIBILIDAD EN LA ESTRATEGIA DE LA BIODIVERSIDAD 

En el caso de España, entre 1998 y 2018 el cultivo de maíz Bt permitió optimizar el uso de fitosanitarios reduciendo su utilización en 678.000 kg, aplicándose un 37% menos de ingredientes activos de los que se habrían usado en un cultivo convencional. Esto consiguió reducir un 21% el impacto ambiental asociado con el uso de insecticidas en el cultivo del maíz. El maíz Bt también ha facilitado la reducción del uso de combustibles, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero y ahorrando recursos escasos como el agua.

La biotecnología agroalimentaria tiene que ser una de las herramientas de la Estrategia para la Biodiversidad 2030, capaz de producir más en la misma superficie con un modelo sostenible. Una herramienta indispensable para la seguridad alimentaria, para la lucha contra el cambio climático y para la conservación de la biodiversidad.


REFERENCIAS:

[1] FAO, foro CÓMO ALIMENTARAL MUNDO 2050 (2009) 

[2] José Graziano da Silva, Director General de la FAO (2015) 

[3] ‘World Population Prospects 2019’, Naciones Unidas (2019)

[4] ‘Twenty-one years of using insect resistant (GM) maize in Spain and Portugal: farm level economic and environmental contributions’, Graham Bookes (2018)

[5] ‘GM crops: global socio-economic and environmental impacts 1996-2018’, PGEconomics (2020)

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