El experto en Biotecnología de los alimentos de la Universidad de Córdoba, Gabriel Dorado, sostiene que los alimentos modificados genéticamente se pueden crear de forma inocua, “limpios y ecológicos”, tras señalar que alimentos como el queso, el yogurt o la insulina son, en su mayoría, transgénicos.

Dorado, atribuye el rechazo social de los transgénicos a la falta de información por parte de los consumidores. Por ese motivo, el científico impartió lecciones sobre las ventajas e inconvenientes de los alimentos modificados genéticamente dentro de la VI semana de la Ciencia, según ha informado el Diario Córdoba.

Con la conferencia Transgénicos: ¿héroes o villanos?, expuso a los asistentes las técnicas de obtención de estos alimentos. El profesor, que imparte Biotecnología de los Alimentos en la UCO, recordó en la conferencia que hace unos 30 años, el proceso de elaboración de los transgénicos, “para poder seleccionar esa célula transgénica se transformaba con un gen marcador, como el de resistencia a antibióticos, y ese gen se quedaba en esa célula”. Hoy en día, sin embargo, sí existe tecnología para eliminar ese gen marcador, por eso, Dorado destaca que “los transgénicos se pueden hacer mal, pero también se pueden hacer bien, de forma inocua”.

Entre los detractores de los alimentos modificados genéticamente están los ecologistas, los que el investigador de la OCU piensa que “están desinformando”, ya que, según subraya, “se pueden hacer transgénicos limpios y ecológicos”.

La Organización Mundial de la Salud afirma que los transgénicos “no son ni mejores ni peores que los otros”, y productos como el queso, el yogurt o la insulina son en su mayoría transgénicos saludables consumidos a diario sin saberlo.

Asimismo, en las técnicas de mejora clásica, en las que el agricultor realiza cruces de alimentos para optimizar los productos, se realizan alteraciones genéticas múltiples con las que según Dorado, puedes estar coleccionando algo negativo porque no puedes elegir los genes que quieres”. Estos nuevos seres vivos pueden tener caracteres no deseados, como la pérdida de sabor, y muchos de estos cruces se hacen “utilizando compuestos mutagénicos y cancerígenos”, afirma Gabriel Dorado. Al contrario, con la ingeniaría genética se puede realizar “de forma limpia; haces cirugía molecular y no tocas muchísimos genes con un compuesto químico sin saber lo que estás tocando. Cambias el gen que quieres”.

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