El 80% de los andaluces desearía contar con una mayor información acerca del tratamiento genético de los alimentos y sus efectos en la alimentación humana y animal, en el medio ambiente y en la sociedad, según muestra un informe elaborado por la Unión de Consumidores de Andalucía (UCA-UCE), en colaboración con la Fundación Biodiversidad. El trabajo concluye asimismo que la biotecnología moderna, “debidamente desarrollada”, puede ofrecer “nuevas y amplias posibilidades de contribución a la seguridad alimentaria”. 

Las principales conclusiones que arroja este estudio, titulado Organismos modificados genéticamente y consumidores, señalan que los consumidores “no están demasiado preocupados por los alimentos derivados de la biotecnología”, que su opinión es “muy incierta, confusa y maleable” y que no se pronuncian a favor ni en contra “debido principalmente a la falta de información”. La UCA matiza que el conocimiento de los consumidores respecto a esta materia “es muy limitado”, y que “la mayoría ha escuchado hablar muy poco sobre los alimentos modificados genéticamente y no sabe qué pensar sobre su seguridad, por falta de información”. Añade que esta “incertidumbre” está acompañada de un “deseo de saber más sobre la cuestión”.

Los datos de la encuesta revelan que el 33% de los consumidores no asocia el término transgénico con el de modificado genéticamente. La plataforma andaluza señala que, aunque el 53% de los encuestados declara sentir desconfianza hacia este tipo de productos, “la cifra no muestra un rechazo masivo hacia los mismos” ya que, si se suman los consumidores que los consideran de confianza con los que se muestran indiferentes, “que viene a ser lo mismo”, el resultado queda prácticamente igualado, destaca la UCA.

Etiquetado

El informe muestra que la lectura del etiquetado “no es una práctica muy definida” porque apenas la cuarta parte de los consumidores lo hace siempre. Un 16% no lo hace nunca, el 22% dice hacerlo a veces y el 37% lo hace en función del tipo de producto. Para terminar, el estudio de la UCA concluye que los organismos modificados genéticamente (OMG) “pueden desempeñar otras funciones además de la producción de alimentos en la agricultura”, y que la biotecnología moderna, “debidamente desarrollada”, puede ofrecer “nuevas y amplias posibilidades de contribución a la seguridad alimentaria”.

Asegura que en las consultas realizadas a organismos e instituciones oficiales, “es difícil encontrar posicionamientos concretos acerca de estar a favor o en contra de la utilización de los mismos” y que “no se pueden hacer generalizaciones de gran alcance acerca de las bondades o no de los OMG”. Por ello, aboga por que cada aplicación se analice “caso por caso” y por que las evaluaciones sean completas y transparentes, con el objetivo de conocer sus consecuencias a corto y largo plazo.

No obstante, afirma que los consumidores están “directamente interesados” en las novedades tecnológicas, pero lamenta la existencia de obstáculos a su participación en la toma de decisiones.

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