David Bueno i Torrens, Doctor en Biología y especialista en Genética, acaba de sacar al mercado la nueva obra ‘¿Para qué sirven los transgénicos?, un libro didáctico en el que se dan todas las claves de esta controvertida tecnología ofreciendo así la oportunidad a los lectores de crearse una idea con sustento científico de qué son los organismos modificados genéticamente y lo que representan en el mundo actual. [Tienda online]

Con un lenguaje próximo destinado a los lectores no especializados, y con un tratamiento neutral, la obra aborda los conceptos básicos de la ingeniería genética en plantas, sus aplicaciones y el estado actual de la investigación científica. El autor ha ofrecido en exclusiva para Fundación Antama una entrevista en la que ofrece nos habla de su libro y de la situación de los cultivos transgénicos a nivel europeo.

Un libro sobre transgénicos, ¿por qué escribir sobre un tema tan controvertido?

Porque en un mundo en el que la ciencia ocupa una posición privilegiada en nuestro modo de vida la divulgación científica es imprescindible, y me atrevería decir que es un deber para todas las instituciones públicas implicadas en el desarrollo de la ciencia. También influyó el ver la forma tan distorsionada y carente de base científica con que la sociedad percibe algunas las aplicaciones de los transgénicos. Aunque la culpa no es de la sociedad, sino de la falta de comunicación de la que pecamos los científicos, así como de la manipulación de datos que hacen algunos colectivos, por ignorancia o por interés propio.

¿Es fácil hablar de ciencia de una forma comprensible para todos?

En general, no siempre es sencillo hablar de ciencia de forma que sea comprensible para los no especialistas, puesto que el vocabulario científico está lleno de términos muy específicos. Esto nos obliga a hacer un ejercicio de introspección y a buscar alternativas, comparaciones y símiles cotidianos a estas palabras y explicaciones técnicas, que nos permitan divulgar con palabras sencillas y que la mismo tiempo, y esto es primordial, que no impliquen ninguna pérdida de rigor científico.

Pregunta obligada, ¿para qué sirven los transgénicos?

Las utilidades de los transgénicos son múltiples y muy variadas. Generalmente, uno piensa en cultivos y alimentos transgénicos, pero esos es sólo la punta del iceberg. Actualmente usamos organismos modificados genéticamente para producir fármacos, en investigación básica y biomédica, como reparadores del medio ambiente, como productores más eficientes de biocombustibles, y por supuesto para plantas de forraje o consumo más eficientes y productivas. La lista sería larguísima.

¿Son seguros los cultivos y los alimentos transgénicos?

Las agencias europeas y estatales exigen y realizan controles exhaustivos de seguridad sobre los cultivos y los alimentos transgénicos (a nivel sanitario, de alergias, ecológico, etc.) muchísimo más exhaustivos que para cualquier otro cultivo o alimento. Esto implica que estos cultivos y alimentos sean, como mínimo, tan seguros como cualquier otro.

¿Hay consenso en la comunidad científica en esta materia?

En esta materia, el consenso en la comunidad científica es muy elevado, lo que no quita que de vez en cuando haya grupos que publiquen trabajos donde se pueda poner en duda alguno de estos aspectos. Esta aparente discrepancia es interpretada por determinados grupos de presión como una prueba de la falta de seguridad de estos cultivos, pero este hecho es inherente al propio proceso y progreso científico, que se basa en la contraposición de datos para analizarlos y contrastarlos des de un punto de vista racional; esto es, en base al método científico.

¿La modificación genética de plantas es algo nuevo?

La modificación genética de plantas no es nada nuevo en absoluto. Empezó durante la revolución neolítica, cuando los pueblos recolectores y cazadores empezaron a cultivar plantas. Desde ese momento empezaron a elegir aquellas variedades que más les interesaban (por su productividad, su resistencia, la calidad de sus frutos, etc.). Un proceso que no se ha detenido hasta la fecha, y al cual, a partir de mediados del siglo XX, se empezaron a aplicar criterios científicos, con la denominada Revolución Verde. Y es misma tendencia que siguen los cultivos transgénicos.

¿Es posible la coexistencia de cultivos?

No sólo es posible, si no que es necesaria. Es posible siempre y cuando se cumplan las recomendaciones y la normativa concreta para cada tipo de cultivo, pensada no sólo con criterios sociales sino también científicos. Es necesario que desde las administraciones se vele por el cumplimiento de la normativa de forma clara, lo que contribuiría a disipar las dudas que generan los cultivos de plantas transgénicas. Uno de los peores enemigos para el desarrollo y la aplicación de la ciencia es el oscurantismo informativo en que a veces se escudan las administraciones. La coexistencia es necesaria para garantizar la libertad de los agricultores y consumidores.

¿Por qué determinados grupos cuestionan la biotecnología sólo en alimentación y agricultura?

En mi opinión, a menudo utilizan este tema como caballo de batalla en su lucha contra la economía de mercado y contra la globalización, al ser la alimentación un tema al que la sociedad se muestra siempre receptiva y sensible.  No utilizan otros campos como por ejemplo el de la farmacia transgénica o el de los modelos animales en estudios biomédicos puesto que la demanda de la sociedad es la de disponer de fármacos y terapias adecuados contra todas las posibles dolencias que nos puedan aquejar, y en este caso ir contra ellos implicaría ponerse buena parte de la sociedad en contra.

¿Qué papel juegan los transgénicos en el sector agrario y alimenticio?

En función de cada campo concreto y de las necesidades de los agricultores, permiten una mayor productividad y/o una menor afectación de los cultivos ante plagas, parásitos y otras enfermedades contra les que pueden estar protegidos sin necesidad de usar tantos agroquímicos, y también una menor afectación en referencia a la competencia de nutrientes que suponen las malas hierbas, en función de cada transgénico concreto. En todo caso, es cada agricultor quien debe decidir que tipo de cultivo le conviene más en cada campo y para cada siembra.

¿Por qué la Unión Europea no acaba de abrirse a esta tecnología?

Básicamente, por un rechazo latente que existe a este tecnología en algunos sectores sociales, en mi opinión no mayoritarios pero si muy influyentes. A veces tengo la impresión de que los gobernantes europeos están más pendientes de ganarse el favor global del electorado de forma fácil que no a hacer la tarea pedagógica de explicar con argumentos científicos qué implica esta tecnología, por el bien de la agricultura en la UE basada, siempre, en la libertad de lección y en la coexistencia de todas las formas agrícolas productivas.

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