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El científico valenciano Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, Santiago Grisolía, se ha mostrado así de rotundo al hablar de los organismos modificados genéticamente, “alimentos que aportan nuevas propiedades nutricionales y que no pueden ser rechazados”.
“Los alimentos derivados de organismos modificados genéticamente son tan seguros como los convencionales, no debemos olvidar que el riesgo cero no existe en nada en este mundo, ni en la alimentación ni en ningún otro terreno”, explicó.
Según Grisolía, el origen de la Biotecnología se sitúa hace 14.000 años, lo único que ha cambiado son las formas. “Los seres humanos llevamos siglos jugando con la genética sin saber lo que hacíamos, y es que la civilización es producto de la intervención humana en la civilización”, añadió.
Comparando las técnicas usadas a lo largo de la historia explicó cómo “la Biotecnología tradicional se basaba en el cruce sexual y en la mutagénesis, ahora se basa en la ingeniería genética. Este avance hace que se reduzca el azar direccionando la mejora y que se obtengan resultados en mucho menos tiempo”.
En cuanto al futuro de esta tecnología, Grisolía afirmó que aún tiene mucho terreno en el que expandirse en un mundo en el que “cada año hay más de once millones de personas más que necesitan ser alimentadas” y donde la biotecnología juega un papel vital y necesario.
“Cuando se avanza en una tecnología hay que obtener todo lo positivo que ésta nos pueda dar”.
Para concluir reconoció que pese a que los organismos modificados genéticamente permitan “mejorar las propiedades sensoriales o nutritivas de los alimentos” y sean una respuesta más que eficaz al reto alimenticio al que se enfrenta el mundo, su evolución está “condicionada por el desarrollo social”.