En el marco de la jornada ‘Oportunidades de la innovación en el campo agroalimentario de la mano de la biotecnología’, organizada por ASEBIO y la Plataforma de Mercados Biotecnológicos celebrada ayer en Valencia, expertos profesionales del ámbito agrícola, ganadero, alimentario y biotecnológico analizaron las capacidades y el potencial de la biotecnología entre todos los agentes tecnológicos implicados en el sector agroalimentario. La primera de la sesiones estuvo centrada en innovación alimentaria y alimentos funcionales.

Gaspar Pérez (Dpto. Biotecnología de Alimentos del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos) arrancó explicando qué son los alimentos funcionales, “alimentos o componentes de ellos que mejoran el estado de salud y bienestar, o que reducen el riesgo de enfermedad, más allá de su aporte nutricional”. En su exposición resaltó que las características beneficiosas deben de contar siempre de evidencia científica que la respalde.

Estamos ante alimentos que pueden contribuir a una dieta más saludable y a una mejor gestión de los alimentos, aportando mayores beneficios a las empresas e impulsando la inversión en innovación de las mismas. Gaspar Pérez resaltó que en su desarrollo influyen factores legales, éticos, medioambientales, económicos, de percepción por parte del consumidor y de investigación científica.

En su exposición también alertó de que los alimentos funcionales “se están empezando a vender como suplementos alimenticios”, y que si no se hace algo para que se mantenga dentro del área alimentaria “van a terminar siendo fármacos”.

VISIÓN Y EXPERIENCIAS DEL SECTOR BIOTECNOLÓGICO

Por su parte, Daniel Ramón (CEO Biopolis) analizó la situación del sector biotecnológico español y la labor de su empresa en la elaboración de probióticos. “España es una potencia mundial en biotecnología, en 2014 ocupamos la octava posición en publicaciones (…) En 2016 hubo 2.981 empresas que realizan actividades relacionadas con la biotecnología, de las que 654 fueron estrictamente biotech. Las empresas que más invierten en esta área son las alimentarias”, explicó.

Según el experto, la investigación en España es muy potente, pero se ve frenada por los mecanismos de transferencia de conocimientos. “No hay un contacto directo entre el investigador y el desarrollador del producto, el investigador no sabe lo que quiere el mercado y las empresas no conocen la excelente capacidad de investigación de los centros públicos”, explicó, apostando por la creación de puntos de interacción física para eliminar esta barrera.

Como caso de éxito compartió el de Biopolis, compañía especializada en biotecnología microbiana que ofrece servicios de I+D en estrecha colaboración con sus clientes. La compañía usa la excelencia científica para conseguir productos de alto valor añadido. “Trabajamos en probióticos usando microorganismos como factorías celulares (…) No es un fármaco, es un alimento”, resaltó, reconociendo que la fuerza comercial del sector son los propios científicos, que necesitan una sólida seguridad jurídica, proyectos tractores, incentivos de mercado y compra pública.

Compartir en redes sociales

Array