Biólogos de la Universidad de Zurich (Suiza) han descubierto que la hormona vegetal strigolactona podría hacer posible la agricultura espacial. El grupo de investigación de Lorenzo Borghi de la Universidad de Zurich y Marcel Egli de la Universidad de Ciencias y Artes Aplicadas de Lucerna se centró en el proceso de la micorriza, una asociación simbiótica entre los hongos y las raíces de las plantas.
A través de la micorriza, las hifas fúngicas suministran a las raíces de las plantas agua, nitrógeno, fosfatos y oligoelementos adicionales del suelo. A cambio, obtienen acceso al azúcar y la grasa que produce la planta. Esta simbiosis es estimulada por hormonas de la familia de las estrigolactonas, que la mayoría de las plantas segregan en el suelo alrededor de sus raíces.
En el espacio, las plantas cultivadas tienen que lidiar con el suelo y la microgravedad con bajos nutrientes. Para investigar los efectos de estas condiciones ambientales en el crecimiento de las plantas, los investigadores cultivaron petunias y hongos micorrízicos en condiciones simuladas de baja gravedad. Las petunias proporcionan un organismo modelo para las plantas de la familia de las solanáceas, que incluye tomates, papas y berenjenas.
Los experimentos revelaron que la microgravedad dificultaba la micorrización y, por lo tanto, reducía la captación de nutrientes de las petunias del suelo. Pero la estrigolactona contrarrestó este efecto negativo. A pesar de las condiciones de microgravedad, las plantas que secretaban altos niveles de estrigolactona y los hongos que los investigadores habían tratado con una hormona sintética de la estrigolactona podían prosperar en el suelo con bajos nutrientes.
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