Durante la campaña de 2007, el área de cultivos biotecnológicos alcanzó los 114,3 millones de hectáreas, incrementando la cifra en un 12% respecto a la campaña anterior e introduciéndose en 23 nuevos países en los que la gran mayoría de los agricultores usan estas variedades en cultivos de menos de 10 hectáreas.

Según explica Julian Little, el presidente del Consejo de Biotecnología Agrícola, en el diario británico The Guardian en respuesta a las polémicas declaraciones del Príncipe Carlos de Inglaterra, estas cifras muestran “cómo esta tecnología no sólo ayuda las grandes corporaciones y a los grandes agricultores” y reclama que el debate sobre los transgénicos se base en “argumentos científicos” y no en opiniones sesgadas.

“En realidad, el incremento en la apuesta por los transgénicos durante la pasada campaña se produjo entre agricultores de escasos recursos que viven y trabajan en los países en desarrollo como Sudáfrica, India o China. Además, gran cantidad de las semillas son ofrecidas a través de sus propios países”, explica en el texto.

Después de los excedentes de alimentos experimentados entre 1970 y 1980, a día de hoy se está viviendo una situación de escasez de alimentos ya que la demanda está excediendo a la oferta. En esta línea, Julian Little explica que los organismos modificados genéticamente “han sido, y son a día de hoy, una vía para aumentar los rendimientos de los cultivos, un beneficio crucial para el agricultor”.

Siendo consciente de que la biotecnología no es la única solución, Julian Little afirma que “esta tecnología, además de mejorar la productividad, ayuda a mejorar la calidad de los alimentos y reducir así la huella medioambiental de la agricultura”. Los datos demuestran que los campos cultivados con organismos modificados genéticamente han incrementado su productividad hasta un 20% en el caso de la soja, lo que “no es del todo un desastre ecológico como afirma el Príncipe Carlos”.

Europa siempre ha sido un motor de la producción agrícola, y con el cambio climático la carga en el Reino Unido y en Europa en el incremento de la productividad agrícola es aún mayor. “Es por eso que tenemos que garantizar que las discusiones acerca de transgénicos se basen en argumentos científicos y en hechos sólidos”, concluye.

Accede al texto íntegro en The Guardian

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