El director general de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jacques Diouf, cree que la solución a la crisis alimentaria mundial pasa por aumentar la producción de alimentos, “y esto no se logrará si no se destina la ayuda al desarrollo al sector agropecuario”.
En una entrevista concedida a EFE en Madrid, antes de su intervención en la Jornada de Crisis Alimentaria organizadas por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Diouf ha destacado que en los últimos 20 años el porcentaje de la ayuda al desarrollo para la agricultura ha pasado del 17 por ciento de 1980 al 3% actual.
Ha insistido en que es necesario revertir esta tendencia, que obedece a un problema de voluntad política y de recursos.
Además cree que hay que hacer ver a los países que contribuyen con sus fondos a la ayuda al desarrollo que el 70 por ciento de la población mundial pobre vive en el mundo rural, y es ahí donde hay que dirigir las inversiones.
Especialmente en un momento en el que la población mundial crece a buen ritmo y que pasará de seis mil millones de personas a nueve mil millones en 2050; “y para entonces hay que doblar la producción de alimentos o 862 millones de personas más que se quedarán sin comer”.
Ante esta situación la FAO ya anunció problemas políticos y sociales por el desequilibrio entre oferta y demanda de productos agropecuarios a nivel mundial y de ahí su llamada para movilizar recursos que permitan a los países pobres comprar insumos, semillas, fertilizantes o piensos.
Diouf ha insistido en que además de los precios de los alimentos básicos, los costes de producción han llegado a triplicarse en algunos países en desarrollo.
Ha explicado que en el África Subsahariana solo el 4% de las tierras arables son de regadío y en Asia el 40%, es decir que en el 96% de las tierras arables africanas la producción depende de un factor incontrolable como la lluvia.
En cuanto al riesgo de que esta crisis provocada por la escasez de alimentos básicos y materias primas suponga una vuelta al proteccionismo en las políticas comerciales el director general de la FAO ha afirmado que “dos errores no hacen una cosa positiva”.
Ha reiterado la llamada de la FAO al final de las negociaciones en el seno de la Organización Mundial del Comercio que eviten las barreras comerciales y permitan el acceso a los mercados internacionales de las producciones de países en vías de desarrollo, en igualdad de condiciones.
De hecho, ha insistido Diouf estamos tratando de persuadir a los países que han cerrado sus fronteras o han impedido el comercio de algunos alimentos básicos para abastecer a sus mercados nacionales y contener la subida de precios, porque si todos hacen lo mismo la situación va a empeorar.
“El proteccionismo no es la solución, hay que facilitar el movimiento de productos alimentarios porque la solución estructural es aumentar la producción, y esto no se puede hacer si no aumenta la inversión en sector agropecuario”.
Diouf ha señalado que es el momento de una segunda revolución verde, “que debe permitir aumentar la producción alimentaria sin dañar el medio ambiente, con fertilizantes biológicos, con un uso eficiente y razonable del agua, nada de sistemas de inundación o sistemas de riego derrochadores, como elementos básicos de la nueva revolución verde”.
Ha explicado que la revolución verde es diferente de la biotecnología, la primera revolución verde permitió, con variedades más resistentes y productivas de arroz, trigo y maíz doblar o triplicar la producción de alimentos.
“Y esto fue bueno porque permitió evitar el hambre fundamentalmente en Asia, pero tuvo consecuencias negativas para el medioambiente por el uso de plaguicidas y fertilizantes” y esto es lo que tenemos que evitar ahora, ha insistido.
Diouf se ha mostrado como un “optimista estructural”, sobretodo tras comprobar como el problema de esta crisis alimentaria ha calado en todos los países, que tras la cumbre mundial de junio donde se obtuvieron unas contribuciones para la ayuda al desarrollo, en apenas tres días, de once mil millones de dólares.
Esta recaudación es la materialización de un problema que ha provocado incidentes con consecuencias graves en diferentes partes del mundo, que ha supuesto la caída de gobiernos como el haitiano y riesgos de revueltas sociales y políticas en otros países.
“Los que tienen capacidad de cambiar las cosas parece que están dispuestos a hacerlo y me alegra que España fuese el primer país en responder a la llamada de la FAO”, ha destacado.
Ha recalcado que si no invertimos en el ámbito rural no se puede garantizar el derecho a la alimentación del mundo, y que para ello los países que contribuyen con ayuda al desarrollo y que se han comprometido a incrementarla al 0,7% de su PIB deben orientar esta ayuda a las prioridades.
En este sentido ha vuelto a recordar que el 70% de los pobres viven en el ámbito rural y su actividad es la agropecuaria, a lo que hay que añadir el papel de la agricultura como productor de alimentos para el mundo, “si hacen esto, yo estoy seguro de que vamos a lograr los objetivos”.