Pionera en las investigaciones sobre plantas transgénicas en España, Pilar Carbonero, Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la UPM, asegura que, a pesar de las reticencias que genera la biotecnología agraria en diversos sectores, “nunca se ha dado ni un sólo caso de alerta sanitaria alimentaria ligada a esta ciencia”. Además, subraya que el reto de la biotecnología es que existe una demanda de granos importantísima, el mundo es finito y la población sigue aumentando
¿En qué situación se encuentra en la actualidad la biotecnología agraria?
La biotecnología agraria es una técnica de la que no podemos prescindir a pesar de la poca confianza o de la percepción pública no demasiado positiva generada en Europa. Consiste en caracterizar un gen concreto que se haya visto que es bueno para aumentar los rendimientos de una cosecha o para modificar o mejorar la calidad nutritiva de un grano o un cereal.
¿Desde cuándo hay constancia de modificaciones genéticas en cultivos y plantas?
Cuando se inventó esta tecnología, que fue a principios de la década de los ochenta, diez años antes se había aprendido a hacer ingeniería genética con bacterias. Hoy en día está totalmente aceptada cuando se trata de producir insulina para los diabéticos, la hormona de crecimiento y muchísimos otros fármacos, pero de repente en Europa está la percepción de que introducir un gen en una planta es algo malísimo.
¿Este hecho se debe a un problema de desinformación o de mala información?
Lo que nos pasa es que no sabemos convertir en negocio aquello que inventamos, y hay que tener en cuenta que esto no es un capricho, ya que hay más de 110 millones de hectáreas sembradas con plantas transgénicas. Me sorprende esta reacción porque a principios de los 90 éramos conocedores de esta tecnología y de sus posibilidades, que son infinitas.
¿Son los transgénicos una solución al hambre?
Hay gente que dice que no es cuestión de tecnología sino de distribución sociológica, pero sí es de tecnología, porque en los últimos años los rendimientos por hectárea han ido aumentando, los frutos de la revolución verde cada vez son menores y la población sigue subiendo. El rendimiento de las cosechas básicas como el arroz, el trigo y el maíz y contaminar menos el medio ambiente siguen siendo un objetivo, que no se consigue sólo con distribución sino implementando nuevas tecnologías.
¿Qué ventajas se derivan de los cultivos modificados genéticamente?
Aumentan la productividad, contaminan menos y permiten mejorar la calidad de las cosechas e incluso la sanidad de los niños.
¿Se han detectado consecuencias negativas?
Ni una. Si se le aplicará la misma tabla de medir que se le aplica a la biotecnología a todos los productos que nos rodean, estaríamos caminando a pie. nunca se ha dado ni un sólo caso de alerta sanitaria alimentaria ligada a esta ciencia, de hecho con todas las cribas que tiene, hoy por hoy es el alimento más seguro del que disponemos.
¿Por qué se ve con mejores ojos la agricultura ecológica?, ¿Qué es lo que las diferencia?
Es un error. ¿Por qué de repente se ha corrido la voz en Europa de que la agricultura ecológica es mejor que la tradicional bien hecha?. La agricultura ecológica prohíbe los fertilizantes nitrogenados y la planta extrae del suelo macronutrientes como nitrógeno, fósforo y potasio, por lo que unas tierras como las de Europa que llevan cultivándose 10.000 años tienen que estar necesariamente empobrecidas. Y que se diga que los fertilizantes nitrogenados no se pueden utilizar lleva a un empobrecimiento del terreno. Además, la agricultura ecológica ocupa mucho más terreno y el problema actual es su escasez, por lo que no se podría alimentar a los 9.000 millones de personas porque no hay terreno suficiente y el rendimiento es mucho más bajo.
¿La biotecnología está en manos de las multinacionales?
Las semillas, antes de la biotecnología, estaban ya en unas pocas manos y se han ido concentrando como todos los negocios de este mundo, pero el agricultor puede comprar cualquier semilla. Pero el hacer que la regulación sea tan estricta, ha llevado a que aprobar una variedad nueva sea tan caro que sólo puedan soportarlo las multinacionales, barriendo del mercado a un montón de pequeñas empresas de semillas que no han podido introducir esas tecnologías.
¿A qué cree que se debe la lentitud en la aprobación para la siembra de nuevos eventos en la Unión Europea?
No son motivos científicos. Hay un exceso de pruebas que se piden que encarecen el proceso de introducir para su aprobación un nuevo evento. Es increíble que haya eventos que están autorizados para su comercio y utilización y no puedan ser cultivados en Europa.
En España, ¿En qué punto se encuentra la biotecnología agraria? ¿Se puede investigar?
Se puede investigar, y lo que los investigadores han hecho ha sido tratar de centrarse en cuestiones básicas. En España, el tejido es muy bueno a nivel de biomedicina, biología molecular de plantas y de microorganismos, por lo que el salto a la aplicación es obvio pero si el marco legal no es favorable nadie va a dar ese paso o si alguien tiene una idea buena la venderá a una multinacional que opere en América o en Asia.
¿A qué retos se enfrenta la biotecnología agraria?
El reto es que hay una demanda de granos importantísima, que el mundo es finito y que la población sigue aumentando. Hay que aumentar el rendimiento por hectárea porque la mayor parte de los suelos agrícolas buenos están ya ocupados para el cultivo y el resto están en forma de bosques para el reequilibrio medioambiental.
Los agrónomos debemos aumentar el rendimiento de los granos por hectárea y hacerlo de tal manera que usemos la menor cantidad de productos fitosanitarios para contaminar lo menos posible, y esto se hace poniendo toda la tecnología en maquinaria, racionalización del uso de agua, y en combatir las plagas.
¿Son muchas las mujeres dedicadas al área de investigación?
Hay alrededor de un 15 y un 25 por ciento de mujeres que son líderes de sus propios grupos, mientras que componentes de grupos de investigación son un 50 por ciento.ç
¿Cómo ha sido su experiencia?
Mi experiencia fue singular. Cuando me hice ingeniero agrónomo, éramos tres mujeres en una promoción de más de 100 hombres. Era raro que una mujer accediera a unas enseñanzas técnicas, pero hoy en día dentro de la Universidad Politécnica de Madrid en áreas como agronomía, montes o arquitectura prácticamente la mitad del alumnado son mujeres. En mi caso, mi ambiente familiar era muy favorable porque mi madre se hizo veterinaria en la época de la República y fue la primera veterinaria municipal que trabajó en el País Vasco. Estoy acostumbrada a un ambiente familiar en el que me inculcaron que era importante tener una profesión y prepararte en la universidad lo mejor que pudieras.
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