Hoy ha dado comienzo en Madrid la undécima edición del curso ‘Biotecnología Elemental’, un curso gratuito organizado por el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (UAM) que está destinado a profesores de Educación Secundaria. Su objetivo es acercar a los formadores de futuros universitarios las técnicas y conceptos elementales de la biotecnología. Se ofrecen clases teórico-prácticas y entre los contenidos abordados se encuentra la biotecnología agraria.
La mejora genética de cultivos ha sido uno de los temas que han abierto el curso, y lo ha hecho de la mano de Soledad de Juan, directora de la Fundación Antama. En su intervención resaltó que “sólo una agricultura sostenible nos permitirá transmitir a las generaciones futuras el legado medioambiental y los recursos naturales únicos que disfrutamos hoy en día en Europa (…) Queremos crear una agricultura europea competitiva, orientada al mercado, que mejore las condiciones de vida y las oportunidades de trabajo en las zonas rurales, y que respete las buenas prácticas medioambientales, la biodiversidad y el paisaje.”
En esta línea resaltó el reto al que se enfrenta el mundo a la hora de alimentar a una población creciente. Según los datos, la producción de alimentos tendrá que aumentar un 70% de aquí a 2050 para poder hacer frente a la demanda proyectada. Ante este reto la biotecnología agraria juega un papel fundamental, una tecnología segura que permite incrementar la productividad de los campos permitiendo unas prácticas agrícolas más sostenibles y respetuosas con el medioambiente.
Soledad de Juan criticó el aislamiento en el que se encuentra la Unión Europea en materia de biotecnología agraria, un retraso que está impidiendo a sus agricultores ser competitivos y usar las herramientas que usan sus competidores. “En la Unión Europea estamos frenando el progreso de la agricultura en base a argumentos ideológicos y no a evidencias científicas”, resaltó.
Soledad de Juan señaló que “en la biotecnología agraria nos encontramos con un problema político e ideológico en el que la presión ecologista está frenando su progreso en base a intereses particulares sin argumentación científica que lo justifique”. Una presión sin base científica que incita al miedo de los consumidores, revelando efectos negativos que no cuentan con el aval científico.
Y concluyó recordando el valor de la biotecnología agraria en España. “La importación de soja transgénica por parte de España ante la alternativa de haber importado solamente soja convencional durante el período 2000-2014 ha supuesto un ahorro de al menos 55.000 millones de euros”, resaltó.