Un estudio canadiense ha confirmado que el cultivo de semillas modificadas genéticamente (MG) o transgénicas, en particular los cultivos tolerantes a herbicidas (HT), así como el uso complementario de glifosato, aumentaron el secuestro de carbono. En su publicación, los autores afirman que los países que prohíben los cultivos transgénicos y restringen el uso de glifosato están implementando políticas que no contribuyen a la sostenibilidad agrícola.

El objetivo del estudio fue investigar los factores impulsores de la transición en el manejo de la tierra en un área determinada. Se observó que el control de malezas a través de la labranza continua prácticamente ha desaparecido. Los investigadores utilizaron el modelo Century para estimar el secuestro de carbono en la zona. Los resultados mostraron que los cultivos transgénicos HT y el uso de glifosato fueron los impulsores del aumento de la captura de carbono en el suelo respecto a otros modelos agrarios, logrando una reducción significativa de la labranza y reduciendo el carbono que se libera en la producción continua de cultivos.

Estos hallazgos muestran que los agricultores canadienses están reduciendo la huella de carbono de su actividad y están contribuyendo a los objetivos climáticos nacionales del país. Los investigadores afirman además que la eliminación o restricción de uno o ambos cultivos de HT y el uso de glifosato tendría impactos adversos en la sostenibilidad. Podéis acceder al informe completo en Sustainability.

Este no es el único informe que analiza el valor medioambiental de los cultivos transgénicos. A principios de 2021 se publicaba un estudio que analizaba el impacto que tiene la restricción de cultivos transgénicos en la Unión Europea. El documento concluyó que la negativa al cultivo de semillas transgénicas en Europa origina una emisión extra anual de 33 millones de toneladas de CO2. Esto equivale al 7,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de todo el sector agrícola europeo, aproximadamente lo que podrían emitir cada año entre 10 y 20 centrales eléctricas de carbón. 

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