Coincidiendo con las ‘II Jornadas de Transgénicos Agrícolas’ organizadas por la Asociación de Biotecnología de Salamanca de Salamanca (ABSAL) y celebradas en Salamanca el 22 y 23 de noviembre, tuvimos la oportunidad de hablar con José Pío Beltrán Porter, Profesor de investigación del Instituto de Biotecnología Molecular y Celular de Plantas.

El experto, que abordó en las jornadas la bioingeniería vegetal en la segunda sesión de las Jornadas, analiza para la Fundación Antama los entresijos de la biotecnología agraria. Un análisis científico en el que explica temas como el consenso científico o las razones que mueven a los grupos ecologistas a rechazar esta tecnología avalada por la ciencia.

¿Hay consenso acerca de los cultivos transgénicos en la comunidad científica?

Los cultivos transgénicos presentan muchos ángulos de percepción. En general, podemos decir que hay consenso entre los científicos sobre la relevancia de las mejoras así como en el potencial futuro. También hay consenso sobre la ausencia de riesgos para la salud. Respecto de los posibles efectos ambientales tampoco se aprecian riesgos distintos al de los cultivos tradicionales. Donde existe mayor diversidad de opiniones entre los científicos es sobre los posibles riesgos socioeconómicos de la agricultura industrializada, incluyendo a la que utiliza los cultivos transgénicos.

¿Es la modificación genética de plantas algo nuevo?
No, la historia de la mejora de las plantas cultivadas es la historia de la modificación genética de las mismas. En cada momento histórico se han utilizado las técnicas disponibles. Tradicionalmente se realizaba mutación al azar para aumentar la variabilidad de los parentales y la hibridación sexual que supone el trasiego indiscriminado de miles de genes. La ingeniería genética por su parte introduce cambios precisos en uno o varios genes y prescinde de la hibridación sexual. Se eliminan pues las barreras sexuales que existen entre las especies. No obstante, habitualmente, las técnicas de mejora por hibridación y las de ingeniería son técnicas complementarias.

¿Qué pueden hacer los transgénicos en la agricultura y la alimentación?
Suponen una herramienta valiosa para aumentar la productividad de las cosechas, conseguir resistencias o tolerancias frente a estreses tanto bióticos como abióticos, mejorar el valor nutritivo de los alimentos y  para la utilización de las plantas como  biofactorías de productos de interés industrial.

¿Por qué algunos grupos ecologistas cuestionan la biotecnología sólo en sus aplicaciones agrarias y alimentarias?

Son razones socioeconómicas. Los grupos ecologistas no están de acuerdo con el modelo socioeconómico capitalista de las sociedades postindustriales actuales e identifican a las grandes empresas con el brazo armado de dicho modelo. Además, creen, equivocadamente, que hay empresas multinacionales que se dedican sólo a los transgénicos cuando en realidad dichas empresas comercializan tanto transgénicos, como cultivos tradicionales, como productos de  agricultura ecológica. Hacen negocio, como es su obligación, con cualquier tipo de cultivo, siempre que sea legal.

¿Se pueden comer alimentos transgénicos con seguridad?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) no existe un solo caso admitido de daño causado a la salud de los consumidores de alimentos transgénicos.

¿Cuál es la posición de los agricultores en esta carrera tecnológica?

En los últimos quince años la superficie dedicada a los cultivos transgénicos ha aumentado a razón de un 10% anual hasta alcanzar los 160 millones de hectáreas. En general, los cultivadores de soja, maíz y en menor medida los de colza y algodón están optando por cultivar plantas resistentes al ataque de insectos y tolerantes a la acción de herbicidas en muchos países. Esta tendencia  la encabeza Estados Unidos de América.

¿Hay suficiente inversión en investigación biotecnológica en la Unión Europea?
Lamentablemente la respuesta es no. Si hablamos de fondos públicos la financiación para investigar en cultivos biotecnológicos desapareció en el VI Programa Marco para reaparecer tímidamente en el VII Programa Marco. Actualmente estamos discutiendo la estrategia Horizon2020 y no está claro que va a pasar con la investigación en biotecnología verde. Las dificultades de la Unión Europea para aceptar los cultivos transgénicos están haciendo que las empresas pierdan el interés por investigar aquí. Claramente existe el riesgo de que la Unión Europea quede en una situación de dependencia tecnológica exterior en este campo estratégicamente tan importante para garantizar la Seguridad Alimentaria que persigue la FAO.

¿Por qué Europa se está quedando a la cola en apuesta por esta tecnología?
Es una buena pregunta. Seguro que influyen distintos factores, alguno de los cuales ya he comentado. De lo que estoy seguro es de que el retraso, que ya es real, no se debe a la calidad de los biotecnólogos de la Unión Europea que es excelente.

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