En el podcast CULTIVANDO LA CONVERSACIÓN han entrevistado el bioquímico y divulgador científico José Miguel Mulet para hablar de las claves de la biotecnología agroalimentaria. Preguntado por las tecnologías CRISPR y su regulación en la Unión Europea, Mulet se mostró tajante reconociendo que “considerar un CRISPR como un transgénico es una aberración, porque desde un punto de vista científico nada tiene que ver una cosa con la otra”. Y explica que esta equiparación se deriva de la “sentencia de un juez francés que quiso tener sus diez minutos de gloria y demostrar su ignorancia cogiendo los argumentos de un sindicato ecologista francés”.
En esta línea, Mulet reconoció que “la regulación de los transgénicos en Europa está hecha para que no puedas autorizarlos”. Explica que “es una regulación a mala fe” ya que como no hay argumentos para prohibir esta tecnología hacen que sea tan complicado y costoso autorizarlos que las compañías ni siquiera se plantean solicitar su autorización en el marco comunitario. Recuerda también que pese a que hay quien dice que nadie quiere transgénicos, las cifras demuestran que no es verdad ya que “es la tecnología agrícola que más rápida expansión ha tenido”:
“Si la tecnología transgénica sigue existiendo es porque los agricultores compran la semilla. Un agricultor no es tonto, no va a comprar una semilla que no le sirva para nada. Como mucho le podrías engañar un año, pero si no le funcionara al año siguiente no la compraría. Si la tecnología lleva 25 años en el mercado es porque funciona”. Así de claro lo tiene Mulet, quien recuerda que cuando un transgénico está en el supermercado ha superado todos los estudios científicos de seguridad. “Un alimento transgénico seguramente es mucho más seguro que uno no transgénico, porque ha superado muchos más controles”.