Científicos de la Universidad de California Riverside, en Estados Unidos, están llevando a cabo un nuevo proyecto para desarrollar plantas comestibles como fábricas de vacunas de ARN mensajero (ARNm). Si tiene éxito, plantas como la lechuga o la espinaca podrían producir las vacunas y convertirse en un cultivo medicinal.

La tecnología de ARNm se está utilizando actualmente para producir vacunas COVID-19 en plantas. Actúa enseñando a las células humanas a reconocer y proteger el cuerpo contra enfermedades infecciosas. El objetivo del proyecto es mostrar que el ADN que contiene las vacunas de ARNm se puede administrar acélulas vegetales donde pueden replicarse. También tiene como objetivo demostrar la capacidad de la planta para producir suficiente ARNm para competir con las vacunas tradicionales. Los científicos también quieren poder determinar la dosis correcta producida por la planta.

Los científicos se centraron en los cloroplastos de la planta, conocidos por ser una fuente sin explotar para producir moléculas deseables en las plantas. Investigaciones anteriores demostraron que es posible que los cloroplastos expresen genes que no son parte natural de la planta enviando material genético extraño a las células vegetales dentro de su cubierta protectora. Para hacer esto, el equipo de investigación utilizará nanotecnología para entregar el material genético en los cloroplastos y reutilizar nanopartículas naturales, es decir, virus de plantas, para la entrega de genes a las plantas. 

Si tienen éxito, las vacunas de ARNm comestibles a base de plantas abordarán los desafíos de transporte y almacenamiento que se encuentran comúnmente con las vacunas convencionales que deben almacenarse a temperaturas frías. Esto puede hacer que las vacunas sean más accesibles para más personas, especialmente aquellas que viven en áreas remotas. Más información en la UC Riverside.

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