Samir SayadiSamir Sayadi y Macario Rodríguez son investigadores del Instituto de Investigación Agraria y Pesquera (IFAPA) de la Junta de Andalucía. Sus actividades se han centrado en el análisis socioeconómico de los sistemas agroalimentarios y la valoración económica de los recursos naturales y, actualmente, estudian las actitudes, comportamientos y preferencias sociales hacia diferentes productos agroalimentarios, por ejemplo, los alimentos transgénicos (OMG).

Con respecto a los OMG’s, apunta una “tendencia positiva en cuanto a la aceptación” de los consumidores, en la que pueden haber incidido, a su juicio, varias cuestiones, como el “estricto régimen de autorizaciones implantado en Europa (trazabilidad y sistema de etiquetado) o la mayor experiencia de Estados Unidos en relación con este tipo de producciones”.

1. ¿Cuáles son las principales claves del seminario que impartirá en diciembre, organizado por el IFAPA?

El Seminario cuyo título “Biotecnología y alimentos transgénicos: Situación actual y perspectiva de futuro” será, en principio, divulgativo mostrando la situación actual de los alimentos transgénicos a nivel mundial, europeo y en España. Asimismo, se presentarán los resultados preliminares sobre el análisis de los cuestionarios realizados a una muestra representativa de consumidores andaluces.

2. ¿Qué investigaciones realizan actualmente con transgénicos?

La investigación se lleva a cabo en el contexto de una de las líneas del Área de Economía y Sociología Agraria del Instituto de Formación Agraria y Pesquera (IFAPA); “Consumo, Demanda y Comercialización Agroalimentaria”. Entre otros objetivos se trata de estudiar los siguientes:

Los hábitos de consumo de la sociedad y su percepción acerca de la calidad y seguridad alimentaria, analizar el nivel de información y conocimiento de la sociedad en relación con los alimentos transgénicos, evaluar el balance beneficio-riesgo que realiza el consumidor de los alimentos transgénicos, y determinar los factores que influyen en el nivel de aceptación del consumidor hacia los alimentos transgénicos e identificar su intención de compra.

Asimismo, otros objetivos son cuantificar monetariamente y analizar tanto la disposición a pagar por los alimentos transgénicos como su disposición a aceptar un descuento por dichos alimentos, determinar las preferencias de los consumidores en relación con los alimentos transgénicos y analizar su sensibilidad al tipo y grado de modificación genética, analizar las características sociodemográficas y de estilos de vida de los consumidores y identificar segmentos de demanda social en relación con los alimentos transgénicos y elaborar una serie de conclusiones y recomendaciones que puedan ayudar a la toma de decisiones para conseguir el diseño de políticas más eficientes, de mercado agroalimentario, teniendo en cuenta las preferencias sociales.

3. ¿Qué aplicaciones tiene la Biotecnología en la alimentación?

Las aplicaciones que tiene la biotecnología en el sector alimentario son múltiples y muy variadas. Aunque la primera “oleada” de transgénicos ha ofrecido ventajas únicamente para los agricultores, se espera una segunda con alegaciones beneficiosas para el consumidor de diversa índole. Desde helados más cremosos con menos grasas y sin cristales de hielo pasando por maíz dulce o cereales de desayuno con Omega-3 y acabando con alimentos ricos en antioxidantes y vitaminas.

Las plantas biofactorías (plátanos con analgésicos, vacunas, etc.) o los animales transgénicos (leche con insulina, cerdos ricos en ácido linoléico, etc.) constituyen un exponente muy relevante en el desarrollo de nuevos productos con aplicaciones farmacológicas y alimentarias. Es conveniente señalar, asimismo, otras aplicaciones de esta tecnología relativas a las producciones no alimentarios tales como la obtención de papel a través de un cultivo de patatas transgénicas, biocombustibles más eficientes, etc.

4. ¿Son seguros los alimentos transgénicos?

En principio con los conocimientos técnicos actuales y los rigurosos controles de seguridad que pasan los alimentos transgénicos, parece que dichos alimentos podrían, ser seguros, aunque siempre existe un cierto riesgo inherente a la forma de obtención de los mismos (modificaciones genéticas); ya que a largo plazo es imposible conocer sus consecuencias para el medio ambiente o la salud humana. En este ámbito existen una multitud de opiniones y afirmaciones muy distintas y, muchas veces, contradictorias.

5. ¿Qué opinión tienen los consumidores españoles hacia los alimentos transgénicos? ¿Positiva o negativa? ¿Cómo ha sido la evolución de la opinión en los últimos años? ¿Cómo se podría mejorar?

La opinión acerca de los alimentos transgénicos es muy variable y pensamos que sería un error catalogarla en términos de “positiva” o “negativa”. Esta constatación es en cierta forma consecuencia de lo que se ha afirmado anteriormente sobre el nivel de convencimiento de los consumidores hacia el riesgo/beneficio de los transgénicos. Como cualquier innovación, en el mercado agroalimentario, puede existir un segmento de consumidores “innovadores” que no ven en los alimentos transgénicos un riesgo mayor que los convencionales y los adoptan inmediatamente. Por otra parte, existe un segmento de consumidores “inmovilistas” que se niegan drásticamente a consumir dichos alimentos porque la forma de producirlos les parece que sobrepasa el nivel de riesgo que están dispuestos a asumir.

Y por último existe un grupo “expectante” bien porque demandan mucha información o porque esperan ver los resultados sobre dichos alimentos para poder posicionarse. Entre dichos segmentos, lógicamente, existen todas las casuísticas posibles de tipos de consumidores. A colación con lo anterior, indicar que aunque, en el último Eurobarómetro (2006), España es el país más receptivo de Europa hacia este tipo de producciones, pensamos que para conocer realmente la opinión de la sociedad se requiere estudios de mayor calado en cuanto al nivel de concreción y detalle. En general, la evolución parece indicar una tendencia positiva en cuanto a la aceptación de este tipo de producciones pudiendo haber incidido varias cuestiones: el estricto régimen de autorizaciones implantado en Europa (trazabilidad y sistema de etiquetado) o la mayor experiencia de los EEUU en relación con este tipo de producciones, etc.

6. ¿Pueden procurar algún tipo de beneficio los alimentos transgénicos? ¿A qué sectores o grupos de población?

Los beneficios de los alimentos transgénicos son evidentes ya que existe la posibilidad potencial de solucionar problemas concretos y a gran escala. Sus beneficios potenciales son multidimensionales con aplicaciones para la industria, la agricultura, el medio ambiente, la salud y la alimentación. El papel de las instituciones, empresas, asociaciones, etc., en hacer ver estos beneficios a cada grupo o segmento de los consumidores es fundamenta para su potencial futuro.

7. ¿Qué perspectivas de futuro le esperan a la biotecnología alimentaria?

Las perspectivas de futuro en cuanto al progreso de la biotecnología es muy buena ya que se trata de una tecnología con múltiples aplicaciones que suministra y suministrará soluciones a distintos problemas. Está afirmación depende totalmente de el nivel de esfuerzo de las autoridades europeas en poner más transparencia al proceso (comunicación, legislación, divulgación, etc.) y consecuentemente el grado de conocimiento y aceptación de los consumidores. Es conveniente señalar los motivos éticos, de los que rechazan dichos tipo de productos, cuestión importante a estudiar y analizar.

8. ¿Qué objetivos hay que marcarse en este sentido?

El principal objetivo a conseguir debe radicar en que la sociedad legitime este tipo de producciones y, para ello, es necesario comenzar, sobre todo, una labor divulgativa, informativa y de cambio de actitudes. De otro modo, la coherencia de cualquier política agroalimentaria perdería su apoyo y legitimidad si la sociedad y, en definitiva, los contribuyentes no aceptan este tipo de producciones.

9. ¿Quién debe emprender estos objetivos? (Administradores, empresas privadas, comunidad científica…)

Las directrices marcadas anteriormente necesitarían, lógicamente, para dar cumplimiento a los objetivos, que se plantean en cada momento, una fuerte conexión entre administraciones públicas, sector industrial privado, la comunidad científica privada e institucional y, por supuesto, la sociedad, para poder trabajar en la misma dirección. Dicha conexión, se hará necesariamente en todas la etapas de la cadena agroalimentaria; producción, distribución, promoción y consumo.

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