La subida de precios de los cereales, el debate en torno a considerar si es una energía limpia o no, o la controversia sobre su posible sustitución de los carburantes fósiles, son algunas de las cuestiones que han surgido en torno a los biocombustibles.
La empresa biotecnológica Calantia, fundada en 2005 de la mano de Carmen Lladró, cuenta con varios proyectos de investigación que pretenden alcanzar el desarrollo óptimo de cultivos modificados genéticamente con el fin de lograr una mayor eficacia en la producción de este tipo de energía.

 ¿Cuál es la situación actual de los biocombustibles?

En este momento estamos ante una situación de fuerte crecimiento debido a los porcentajes obligatorios para el uso de biocarburantes que ha establecido la Unión Europea. Concretamente en nuestro país, la producción de biocombustibles ha crecido un 44%, aunque continúa siendo insuficiente para cumplir los objetivos obligatorios.
Ante esta situación es imprescindible plantear un cambio de paradigma, en el que el diseño cultivos se dedique exclusivamente al uso energético y sin relación con los cultivos alimentarios, considerando el mercado energético como un área que necesita desarrollo propio y en el que la biotecnología juega un papel esencial.

¿Qué tipo de investigaciones están llevando a cabo?

En Calantia estamos siguiendo tres vías de investigación. En primer lugar, el desarrollo de cultivos vegetales de segunda generación idóneos para el uso bioenergético a través de la mejora genética de los mismos.
Además, también estamos centrados en los procesos de obtención de biocarburantes. En este momento, uno de los que más futuro tienen es la degradación de celulosa en glucosa para obtener bioetanol por fermentación.
La tercera vía que estamos desarrollando es la transformación de los residuos industriales en nuevos productos, teniendo en cuenta que existe la posibilidad de generar un amplio abanico de bioderivados que pueden sustituir los derivados del petróleo.

¿Por qué desarrollan biocombustibles de segunda generación?

Los biocombustibles de segunda generación están expresamente pensados para el uso energético. No obstante, a pesar de la clara ventaja que proporcionan, éstos no están disponibles con el grado de eficiencia y productividad requerida y serán necesarios entre 5 y 10 años para disponer de cultivos de segunda generación “puestos a punto”.

¿Qué aportan este tipo de carburantes al medio ambiente?

Según datos proporcionados por la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), los biocarburantes producidos en España reducen las emisiones de gases de efecto invernadero hasta un 88% por cada kilómetro recorrido en comparación con el gasóleo y la gasolina, lo cual representa una enorme mejora para el medio ambiente. 

¿Cree que el uso de biocombustibles paliará el déficit de gasóleo?

A nivel nacional se ha hecho un esfuerzo extraordinario para la instalación de plantas de producción de biodiésel, lo cual tiende a reducir cualquier déficit de gasóleo por sustitución.

¿Qué opinan sobre el debate acerca del uso de transgénicos?

La posición de Calantia hacia la mejora genética de la materia vegetal y la independencia de estos cultivos de frente a los que participan en la cadena alimentaria es positiva. El uso de transgénicos en biocombustibles es una perspectiva de progreso, conveniencia, y necesidad, ya que tanto las herramientas biotecnológicas como ingeniería genética ofrecen soluciones para paliar los problemas del planeta. 

¿Cuáles son las causas reales del incremento del precio del cereal? 

Según APPA, las razones del incremento de precios de los cereales son atribuibles al desequilibrio entre demanda y oferta de materias primas en el mercado agroalimentario. Esto se debe tanto a las malas cosechas y al fuerte aumento de la demanda, como a las reformas de la Política Agraria Común, que han tenido una incidencia negativa en la producción de materias primas.
Desde Calantia consideramos que si bien estos factores han tenido una relevancia incuestionable, también resulta indiscutible que si no se generan materias primas alternativas e independientes al mercado alimentario, el problema se puede agravarse, llegando a una situación francamente crítica.

¿Por qué creen que hay ciertas dudas sobre el uso de biocombustibles en ciertos sectores? 

Algunos sectores dudan de la capacidad de los biocombustibles para resolver la dependencia del petróleo, pero la realidad es que no se pretende acabar con ella, sino aliviarla. Aunque el uso de biocombustibles llegara al 25% no se resolvería la dependencia, pero se reducirían las emisiones de CO2 significativamente para el medio ambiente.

¿Hay suficientes ayudas e inversiones en investigación en este campo?

Lamentablemente, España no participa suficiente. La investigación biotecnológica es costosa y lenta, por lo que las empresas se ven obligadas a gestionar la incorporación de capital de una forma tan estratégica que condiciona su desarrollo.
En España, Calantia es la única empresa biotecnológica orientada a la bioenergía, por lo que nos gustaría poder ver un desarrollo serio y comprometido de este tipo de investigación, tal y como se hace en países como Estados Unidos o Alemania, con grandes inversiones para los líderes del sector.

¿Qué medidas deberían tomarse para fomentar el uso de estos carburantes?

El impulso de los biocarburantes requiere que se fomente cada uno de los pasos de la cadena de valor, desde la investigación y mejora de cultivos, la venta de los carburantes o el desarrollo de los cultivos a través de las organizaciones agrarias, hasta la creación de plantas de producción con procesos eficientes, el perfeccionamiento de la logística de distribución y los aspectos legales y fiscales.

De aquí a cinco o diez años, ¿cuál es el futuro de los biocombustibles?

El crecimiento de los biocombustibles es incuestionable, pero para la consolidación del sector bioenergético y del compromiso medioambiental, el gran paso que hay que dar es cualitativo, mediante un cambio de paradigma y el paso de la producción y consumo de materias primas alimentarias, por la producción y el consumo sostenible y competitivo de nuevos tipos de biocombustibles.

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