Los expertos aseguran que 20 metros es la distancia idónea de separación entre cultivos transgénicos y convencionales para que el contenido modificado genéticamente (MG) no supere en estos últimos el 0’9%, cifra con la que se considera, en España, que el alimento es transgénico.

Un equipo de científicos del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) -formado por Joaquima Messeguer, Gisela Peñas, Jordi Ballester, Marta Bas, Joan Serra, Jordi Salvia, Montserrat Palaudelmás y Enric Melé- acaba de publicar en la revista Plant Biotechnology Journal, el estudio Pollen-mediated gene flow in maize in real situations of coexistence, realizado durante la campaña de 2004 . En este trabajo, se describe la situación real de coexistencia en campos con maíces MG y convencionales sembrados en Foixá (Girona) y Termens (Lleida), donde el maíz se había sembrado sin barreras ni distancias de aislamiento específicas.

La cosecha de maíz en doce campos con plantas convencionales contiguo a las parcelas de MG fue analizada mediante el sistema PCR en tiempo real. Resultó que en 9 de los 12 campos la presencia adventicia de granos transgénicos quedó por debajo del umbral del 0’9% que exigiría su etiquetado. Los autores del estudio afirman que, en el resultado, puede haber influido el hecho de que el maíz convencional se sembró antes que las variedades MG para intentar escapar a los ataques de taladros. Pero se puede concluir que, si se mezcla en el silo la producción de los 12 campos de maíz convencional (caso muy probable, pues las 23’3 hectáreas podrían producir unas 300 Tm de grano), la presencia adventicia de grano convencional resultaría igual al 0’46, que es inferior al 0’9 que obliga el etiquetado.

Joaquima Messeguer explica que “no se ha realizado ningún ensayo específico, sino que se han analizado campos sembrados por agricultores que libremente decidieron plantar maíz Bt comercial y que no establecieron ninguna medida de control para evitar el flujo de genes.” Según los datos obtenidos en la conclusión de este estudio, Messeguer afirma que “una distancia de separación (barrera o zona tampón) de unos 20 m de distancia es suficiente para que el contenido de OMG en el campo convencional sea inferior al 0’9%”. El IRTA ha remitido este estudio y el artículo publicado en Plant Biotechnology Journal al Ministerio de Agricultura, que prevé promulgar un Real Decreto sobre coexistencia, en el que se marcaría como distancia de aislamiento 220 metros entre cultivos MG y convencionales.

A juicio de Messeguer, si el Ministerio aprueba este Real Decreto, “se trataría de una decisión política y no basada en la evidencia científica, que no coincidiría con la normativa europea” que dice que “las medidas de gestión de la coexistencia deben ser un reflejo de las mejores pruebas científicas disponibles sobre la probabilidad y las fuentes de mezclas cultivos modificados genéticamente y cultivos no modificados genéticamente”.

La investigadora sostiene que este es el primer estudio sobre coexistencia realizado en condiciones reales: “Ningún equipo de investigación había analizado una situación real donde diversos campos interaccionan entre sí.” Por último, concluye que los datos conseguidos a raíz del estudio “pueden ser aplicables de una manera bastante general ya que los resultados obtenidos coinciden con los de los estudios realizados tanto en España como en otros países europeos”.

Los estudios de coexistencia entre variedades modificadas genéticamente (MG) o transgénicas y las convencionales no han sido necesarios en países como EEUU y Canadá, ya que el etiquetado MG de las cosechas y sus fracciones no es obligatorio por considerarse tan saludables como las variedades convencionales. En realidad, los genes de variedades MG o convencionales se transmiten por igual en ambos casos en el polen del maíz, pero el mayor conocimiento sobre las variedades MG permite su detección y control, algo que no ocurre en variedades convencionales. Sin embargo, en la Unión Europea, el etiquetado MG es obligatorio para que los consumidores puedan elegir, por lo que las normas de coexistencia del estudio son muy relevantes.

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