Con motivo de la Semana de la Biotecnología hemos hablado con Nilsy Desaint, Gerente de Comunicación en el departamento de biotecnología agraria de la Asociación Europea de Bioindustrias (EuropaBio), quien ha analizado para Fundación Antama la situación de los cultivos modificados genéticamente (MG), su tratamiento en los medios de comunicación, la posición europea ante éstos y cómo afecta al comercio internacional y a la competitividad de los agricultores europeos.
¿Por qué la biotecnología agraria suscita controversias en la Unión Europea?
A pesar de que la adopción ha crecido en todo el mundo, los cultivos MG han sido objeto de mucho debate en la UE dando como resultado que sólo unos pocos agricultores europeos puedan cultivarlos. En muchos casos se justifica el estancamiento por la supuesta oposición de los consumidores defendiendo que los políticos son sólo el reflejo de la opinión pública. Sin embrago, los estudios difieren de esta argumentación, los ciudadanos demandan cada vez más información sobre la biotecnología y sus aplicaciones en la agricultura y la alimentación.
Si miramos atrás en la historia, los primeros cultivos MG se lanzaron en la UE en 1995, año en que los científicos y políticos ya aseguraron a la sociedad que los cultivos MG eran seguros. Sin embargo esto no calló las preocupaciones de la gente. La primera generación de cultivos MG se desarrolló casi por completo para beneficiar a los agricultores, por lo que los europeos no pudieron ver los beneficios personales de los cultivos MG.
Otro de los retos es que las empresas de semillas MG experimentaron una introducción menos problemática en Estados Unidos que en territorio europeo. Se dio por sentado que la UE acogería estos cultivos igual que los estadounidenses, por lo que no se adaptaron los mensajes al público consumidor de los alimentos. Así, los grupos anti-ciencia se aprovecharon de las preocupaciones de la sociedad con palabras sensacionalistas como “Frankenstein” y poderosas imágenes que lograron que el miedo creciera y que se sembrara la desconfianza.
¿Conocen los ciudadanos europeos la realidad de la biotecnología agraria?
Muchas encuestas sugieren preocupación en la sociedad por los organismos modificados genéticamente (OMGs), conclusiones que luego poco tienen que ver con los hábitos reales de las personas. Un buen ejemplo es el concentrado de tomate elaborado con tomates MG “Flavr Savr”, que se vendió en Reino Unido de 1996 a 1999. Las latas llevaban un etiquetado claro de que su contenido procedía de tomates modificados genéticamente. Debido a su bajo coste de producción, el precio de venta del concentrado de Flavr Savr era inferior y superó en ventas a los concentrados de tomate convencionales en muchos lugares.
Sin embargo, tras el bombo mediático sobre los posibles problemas vinculados a los OMGs (cuya falsedad se demostró más tarde), las ventas del concentrado se redujeron drásticamente. Posteriormente, los supermercados anunciaron que dejarían de usar ingredientes MG en respuesta a las inquietudes de sus clientes.
Otro ejemplo es el proyecto europeo de investigación CONSUMERCHOICE que examinó el comportamiento real de compra de los consumidores cuando se les daba la oportunidad de elegir entre OMGs y alimentos convencionales. El proyecto descubrió que las respuestas que los consumidores daban en las encuestas no eran una guía fiable que reflejara sus hábitos de compra. De hecho, el estudio concluyó que los europeos compran alimentos MG cuando los encuentran en sus supermercados y están etiquetados.
En la UE tenemos un sistema de etiquetado de OMGs para que los consumidores puedan elegir libremente, aunque en la actualidad son muy pocos los productos con esta etiqueta en los supermercados.
¿Confían los agricultores europeos en esta tecnología?
Actualmente sólo hay aprobados dos cultivos MG en la Unión Europea y sólo uno de ellos (el maíz Bt) se cultiva. En los países donde se permite el cultivo de OMGs los agricultores tienen total libertad de elegir qué cultivar, siempre respetando las normas de coexistencia. Está demostrado que cuando los agricultores tienen la opción eligen esta tecnología porque añade valor a lo que hacen, dando soluciones a los problemas agrícolas.
Por ejemplo, en España se cultiva el maíz Bt resistente al taladro, una plaga que puede causar pérdidas de hasta el 30% de la cosecha total. En 3013, España cultivó 136.962 hectáreas de maíz MG, un 18% más que en 2012. Gracias al cultivo del maíz Bt, los agricultores españoles lograron un margen bruto adicional de más de € 11 millones en 2012. Esto significa un rendimiento adicional de 95 € por hectárea, según un estudio de 2012 publicado en el Spanish Journal of Agricultural Research.
Por desgracia, estos beneficios no los pueden disfrutar agricultores de otros países europeos que han prohibido ilegalmente el cultivo de OMGs en sus tierras. Francia, por ejemplo, fue el segundo país con más cultivos MG antes de que se prohibieran en 2008. El problema no está en la sociedad sino en la obstrucción política a la hora de tomar decisiones dejando de lado las evidencias científicas.
¿Comunica eficazmente la comunidad científica?
La comunicación científica es un reto. Es más difícil explicar científicamente el porqué es imposible demostrar que un producto es 100% seguro aunque no haya riesgos asociados a su uso que el difundir mentiras para crear una imagen de los OMGs como algo que no es natural. Los OMGs se han convertido en un tema muy emotivo y politizado. Todo esto hace que el trabajo de los científicos sea aún más difícil ya que no sólo tienen que comunicar lo que hacen sino que también tienen que reconciliar a la ciencia con la sociedad.
El reto es grande, pero ya se ha hecho una gran cantidad de trabajo en los últimos años. Un informe de junio de 2013 realizado por el European Academies Science Advisory Council (EASAC) titulado ‘Sembrando el futuro: oportunidades y desafíos para el uso de tecnologías de mejoramiento genético en los cultivos para una agricultura sostenible’ es un ejemplo de los esfuerzos que los científicos están haciendo para comunicar acerca de la tecnología, formular preguntas e inquietudes.
¿Qué tratamiento dan los medios de comunicación europeos a estos temas científicos?
Ha habido un cambio en los últimos años en cómo se cubren los temas de los OMGs en los medios de comunicación. Comparado con los 90 cuando los medios sembraban miedo en la sociedad, los medios han empezado a ser más objetivos al hablar de esta tecnología. También hay una diferencia que se observa en términos de cobertura y del tono entre las publicaciones científicas y medios de comunicación generalistas. La nueva ciencia es en ocasiones muy compleja y rara vez se puede explicar claramente sin ser especializado.
El nivel de cobertura que han recibido los OMGs durante los últimos 10 años se ha centrado un pequeño número de informes que alegan efectos negativos. Grupos de presión difunden repetidamente informes que no han sido revisados de la comunidad científica conscientes de que cuando dicho estudio sea invalidado no recibirá la misma cobertura mediática. Esta repetición constante en los medios han hecho que las opiniones se pongan a la misma altura de las evidencias científicas, erosionando la confianza de los consumidores.
¿Cómo ha acabado la Unión Europea dando la espalda a la biotecnología agraria si es una tecnología que nació dentro de sus fronteras?
Este es el dato que no se ha escuchado lo suficiente: la tecnología de los OMGs nación en Euorpa. El profesor belga Van Montagu fue pionero en el desarrollo de esta tecnología y como reconocimiento de su trabajo este año ha sido premiado con el World Food Prize Laureate. En este contexto, declaró que “este reconocimiento allanará el camino para que Europa pueda aprovechar las ventajas de esta tecnología, una condición esencial para la aceptación mundial de plantas transgénicas”.
La situación actual europea es paradójica: Europa depende fuertemente de las importaciones de OMGs para satisfacer el mercado doméstico a la vez que impide a sus agricultores sembrar dichas semillas. De media, la UE importa entre 30 y 40 millones de toneladas de cultivos cada año. Un caso muy destacado es el de la soja de la que más del 90% de la que importa la UE es MG.
Los OMGs es sólo una tecnología. Es un nuevo tipo de agricultura, no una nueva visión del mundo. Los OMGs pueden ayudarnos en lo que necesitemos. Actualmente la UE necesita urgentemente una apuesta por esta tecnología, ver qué podemos hacer con ella, cómo podemos avanzar y permitir crear un mercado más dinámico que favorezca las inversiones públicas y privadas orientadas a la investigación y el desarrollo de productos.
Tras décadas de ensayos y de comercialización de productos MG en todo el mundo, es el momento de que los líderes europeos reconsideren su posición ante los OMGs y empiecen a pensar en maneras de traer de vuelta a la innovación agrícola y asegurarse de que la regulación se aplique correctamente. Esto no sólo con los OMGs, estamos hablando de la capacidad de Europa para poner dejar de lado el alarmismo para dar paso a las evidencias científica.