La organización agraria británica NFU (National Farmer’s Union) ha publicado un informe en el que apoya la introducción de la tecnología de la modificación genética, concretamente en el cultivo de la remolacha, con el objetivo de producir más e impactar menos.
El informe reconoce la capacidad de estas variedades para producir más en menos espacio, de una forma sostenible, y con el menor impacto sobre el medio ambiente. Además, resalta que mientras la apuesta en el resto del mundo es cada vez mayor, en el marco europeo se le ha dado a esta tecnología un tinte político que hace difícil la apuesta por ésta.
El NFU denuncia en el texto la falta de competitividad de los remolacheros británicos frente a los de Estados Unidos y Canadá que llevan ya dos años cultivándola, sumando cada vez más agricultores que se deciden a su cultivo.
En 2008 se cultivó con transgénicos en un 59% de las tierras de remolacha y en 2009 se espera que llegue a ocupar el 90% de la superficie. El informe de la NFU señala que las ventajas de la utilización de esta semilla sería el ahorro de 165 €/ha en fitosanitarios. Además, se podrían reducir las labores de cultivos con el consiguiente ahorro en combustible y en emisiones de gases de efecto invernadero.
Esta variedad está aprobada en la Unión Europea para su utilización en alimentación humana y animal pero no para su cultivo. Por lo que el agricultor europeo no puede cultivarlo en sus campos pero sí traerlo de fuera, lo que les impide competir en igualdad a nivel mundial.
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