BARRERAS DE INSULINA ORAL

Una de las soluciones para superar estas barreras con vista a la producción de insulina oral es la encapsulación con recubrimiento entérico u otros sistemas. La contra de esto es que, tras la liberación en el intestino y pérdida del envoltorio protector, la insulina queda expuesta al entorno proteolítico del intestino, donde las enzimas residentes la descompondrán. Además, si parte de la insulina escapa de la proteólisis sigue el desafío de su absorción, pues no se dan mecanismos específicos de captación de la insulina en el intestino y el tiempo de transito gastrointestinal es errático (Soares et al., 2017).

Esto plantea que no sea una sorpresa que la biodisponibilidad de la insulina oral sea del 1% frente a las formulaciones inyectables, donde el 100% de la dosis está disponible para la actividad farmacológica. Esta baja biodisponibilidad se ha intentado resolver mediante la modificación de la insulina, otros soportes alternativos para el encapsulamiento, utilizando potenciadores de la absorción o inhibidores proteolíticos. Algunos ejemplos son el uso de PGLA (ácido poliláctico-coglicólico) o el uso de nanopartículas de quitosán para el suministro oral de insulina (Liu et al., 2018).

PRODUCCIÓN DE INSULINA ORAL

El grupo de Pan (Pan et al., 2002) obtuvo una biodisponibilidad del 10,3% usando insulina cargada en nanopartículas de PLGA y un 15,3% usando nanopartículas de quitosano, y el grupo de Zhang (Zhang et al., 2006) consiguió alcanzar una biodisponibilidad del 4,5% y del 6,5% cargando la insulina en nanopartículas lipídicas sólidas (SLN) y SLN modificada con aglutinina de trigo.

Otra de las estrategias es el uso de inhibidores de estas enzimas proteolíticas como el glicocolato de sodio, la aprotinina, el inhibidor de la tripsina de soja, la bacitracina y el mesilitato de camostato (Whong et al., 2016).

La modificación de la insulina consiste por su parte en la unión a un ligando dirigido como es la transferrina o péptidos que faciliten la penetración en la célula como el péptido TAT. Con estos ligandos se ha demostrado que se contribuye a la transcitosis de la insulina a través de los enterocitos (Shah et al., 1996; Liang et al., 2005).

Los potenciadores de la absorción son las sales biliares, surfactantes, ácidos graos, quelantes de iones calcio, quitosán o quitosán tiolado, y toxinas de las uniones oclusivas, que permiten modificar la estructura de la membrana celular del epitelio intestinal para facilitar la captación transcelular (Whong et al., 2016).

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