Los defensores del etiquetado obligatorio de los alimentos que contienen o se derivan de cultivos modificados genéticamente (MG) han afirmado durante mucho tiempo que su objetivo principal es facilitar la elección informada del consumidor. En Genetic Literacy Project, el economista agrario Graham Brookes analiza una revisión de más de 20 años de evidencia en países o regiones donde se ha implementado el etiquetado MG, concluyendo que es una política fallida.

El economista afirma que ha resultado en un aumento de los costes de la industria alimentaria en toda la cadena de suministro, ha derivado en precios más altos y en una reducción de las opciones para los consumidores. Sin embargo, en lugares donde el etiquetado es voluntario, los consumidores y los contribuyentes han tenido más opciones de elección de alimentos a precios más bajos.

DISTINTOS TIPOS DE ETIQUETADO

En los Estados Unidos y en muchos otros países, el etiquetado busca proteger a los consumidores; ayudarlos a tener una dieta sana y equilibrada; identificar ingredientes que puedan causar reacciones alérgicas; y para ayudar a prevenir el fraude. En consecuencia, las regulaciones de etiquetado se han centrado en el producto final y su contenido, no en cómo se produjo.

En los casos en que la atención se centró en cómo se produjo el producto, las etiquetas fueron de carácter voluntario. Los productores han etiquetado los productos de acuerdo a sus características o prácticas de producción para atraer a consumidores que valoran un atributo específico. La industria orgánica ha confiado durante mucho tiempo en este sistema de etiquetado voluntario, al igual que los defensores de productos obtenidos bajo determinados estándares, como, por ejemplo, huevos o pollos criados en libertad.

Los alimentos con contenido u origen MG han sido regulados de manera diferente, sujetos a etiquetado obligatorio en muchos países bajo la premisa de proteger a los consumidores por el contenido del producto final.

UNIÓN EUROPEA vs ESTADOS UNIDOS

En la Unión Europea los requisitos obligatorios actuales de contenido MG y etiquetado de origen se introdujeron hace más de 20 años y se centraron específicamente en los alimentos que contienen o se derivan de cultivos MG. En ese momento, la justificación dada, como dijo el entonces Comisario de Salud y Protección del Consumidor de la Unión Europea, David Byrne, era “para que las personas puedan tomar una decisión completa e informada”.

Por el contrario, cuando se estableció el sistema de aprobación de los cultivos MG en Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) concluyó que el etiquetado obligatorio de los alimentos MG no era necesario porque dichos alimentos no presentaban riesgos únicos o mayores que los de los alimentos derivados de cultivos convencionales. Marcaba así el estándar global para exigir etiquetado basado en el producto y no en el proceso.

Sin embargo, en 2016, en respuesta a las críticas de los grupos que se oponen a la biotecnología agraria, Estados Unidos modificó su postura al introducir requisitos nacionales obligatorios de etiquetado de alimentos MG que entraron en vigencia a principios de 2022. La justificación de este cambio es el de “aumentar la transparencia… y garantizar información clara para los consumidores sobre los ingredientes de sus alimentos”, rompiendo así el marco de etiquetado basado en el producto.

ETIQUETADO EN LA UNIÓN EUROPEA

Según Graham Brookes, el etiquetado obligatorio de alimentos MG no solo es inconsistente con los principios de protección del consumidor, sino que no ha logrado cumplir el objetivo principal declarado de la legislación, ni en la Unión Europea ni en Estados Unidos. Además, ha habido consecuencias negativas: costes de suministro más altos y alimentos más caros para los consumidores.

Los requisitos de etiquetado MG en la Unión Europea tiene más de 20 años, y surgió de la posición de la industria alimentaria de evitar loas transgénicos, incluso de pequeñas cantidades. Una posición contraria a la demanda de la sociedad, ya que la mayoría de los consumidores europeos son indiferentes a la presencia de ingredientes MG en los alimentos (1). En Reino Unido, donde la Agencia de Normas Alimentarias llevó a cabo una investigación sobre las actitudes de los consumidores hacia cuestiones alimentarias, la preocupación por los alimentos MG oscilaba entre l 5% y el 7% (2).

Los costes de evitar los transgénicos ha sido impuesto en la Unión Europea y a día de hoy sigue imponiéndose, pese a que todos los estudios indican que la sociedad no está preocupada y que ante dos productos seguros el consumidor elegiría siempre el menos caro.

Graham Brookes concluye que los únicos beneficiados del etiquetado de ingredientes MG son un reducido grupo de consumidores que desean evitar productos derivados de estas tecnologías, así como la producción y suministro de productos no MG que se beneficias de los precios y servicios auxiliares.


Mandatory labeling of crop biotechnology-derived foods is a failed regulatory policy

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