Empresas como VIPS o Camper están promoviendo la campaña de la diseñadora Sybilla y la activista Vandana Shiva en defensa de los agricultores indios. En ésta se defiende el consumo de algodón ecológico producido en dichas tierras, para lo que se han puesto a la venta unas bolsas elaboradas con dicho material. Esta campaña rechaza rotundamente el algodón transgénico por, según detallan, ha llevado a la ruina a los agricultores indios y ello ha desembocado en miles de suicidios. Un argumento dramático que no se corresponde con la realidad en la India.
La implantación de este tipo de tecnología en ningún caso ha supuesto una ruina económica para los agricultores. Con la introducción del algodón transgénico, India ha pasado de ser un importador de algodón a ser, en sólo siete años, un exportador neto. Las exportaciones de algodón han pasado de 11 mil toneladas de algodón en 2001 a 1,8 millones de toneladas en 2007, una tendencia que se ha mantenido en años sucesivos. Todo ello sin que exista ninguna esclavitud ni dependencia por parte de los agricultores a la hora de comprar estas semillas.
Este radical cambio en la capacidad productiva de este país ha supuesto una espectacular cifra de beneficio económico acumulado, que en el caso de los agricultores de algodón transgénico ha alcanzado los 5.100 millones de dólares entre 2002 y 2008. Estos beneficios han llevado a los agricultores a decidir año tras años volver a sembrarlo.
Respecto a los suicidios, la campaña oculta que el problema del suicido de agricultores en la India es muy anterior a la entrada del algodón transgénico y responde a factores que nada tienen que ver con el uso de esta semilla, tal como se constata en el profundo informe realizado por el Instituto de Investigación sobre Políticas Internacionales de Alimentación, 2008. En él se muestra como con la entrada en producción del algodón transgénico en 2003 el nivel de suicidios de agricultores en este país se mantuvo más o menos constante, incluso con un ligero descenso.
La campaña además se centra en combatir el modelo capitalista, el poder de las multinacionales afirmando que “el libre mercado es una injusticia porque explota al pequeño agricultor”. Centra su ataque sobre una sola multinacional que afirma controla el mercado mundial de los transgénicos, pero no es una sino numerosas las grandes empresas que explotan comercialmente eventos transgénicos propios, y muchas más las que los incorporan a sus propias variedades.
Tampoco recuerda el importante auge que tanto en China como en la India han adquirido las empresas públicas que ponen en el mercado agrario sus propias plantas transgénicas, sin aportación de capital multinacional. Serían todavía más y menos grandes, si los muy largos y costosos procesos para poner esta semilla en el mercado se simplificaran y fueran proporcionales al riesgo evaluado.
[…] de respuesta vital ante la necesidad de aumentar la producción de materias primas agrícolas. “La India, gracias a los cultivos transgénicos, ha pasado de ser importador neto de algodón a ser e…”, […]