Cuando se está completando la décimo tercera campaña de siembras comerciales a gran escala de organismos modificados genéticamente (OMGs), la biotecnología aplicada a la agricultura se ha asentado como una tecnología de futuro a la que cada año se suman mayor cantidad de agricultores de todo el mundo. Los rigurosos controles científicos a los que se somete cada OMG han hecho que la seguridad tanto humana como ambiental esté asegurada, y que a lo largo de estos años no se haya demostrado ningún efecto negativo en ninguno de estos dos ámbitos.
Según explica la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), los OMGs se ven sometidos a una “evaluación rigurosa relativos tanto a la salud humana como al medio ambiente”, unas evaluaciones que “no se realizan al mismo nivel en los alimentos tradicionales”. Esta distinción marca una “diferencia significativa en el proceso de evaluación antes de la comercialización para estos dos grupos de alimentos”.
Tras trece años apostando por estos cultivos, aún no ha habido ningún caso relacionado con micotoxinas en maíces transgénicos que haya sido registrado en el seguimiento de alertas alimentarias de la Unión Europea, mientras que han sido retiradas por esta causa 62 partidas de productos derivados de maíces convencionales o ecológicos.
A nivel europeo es la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) quien se encarga de analizar los riesgos de los nuevos productos MG, estudiados con las últimas técnicas científicas. La EFSA está compuesta por expertos en nutrición, toxicología, alergenicidad y medio ambiente, quienes estudian y prevén los efectos directos e indirectos a corto o a largo plazo.
La OMS explica que desde que comenzó el cultivo de transgénicos “no se han demostrado efectos sobre la salud humana como resultado del consumo de dichos alimentos”. Según ésta, la desconfianza por parte de los consumidores se debe a “una cantidad de sobresaltos alimentarios que tuvieron lugar en la segunda mitad de los años 90 que no estaban relacionados con los OMGs”, una situación que ha dado como resultado “que se colocara en el mercado la denominada moratoria sobre la aprobación de productos MGs”.
Argumentos incorrectos que han provocado que los políticos, ante este nuevo reto, opten por paralizar la aprobación de cultivo de muchas de estas nuevas variedades. Esta postura hace que Europa se vuelva dependiente de los productos transgénicos del continente americano. Actualmente, Europa importa el 75% de las proteínas vegetales para piensos, sobre todo soja y maíz.