Un equipo de investigadores internacionales, formado por instituciones científicas de Canadá, Estados Unidos, Francia, Israel y Reino Unido, ha publicado la primera secuencia del genoma del girasol. Hasta hace poco, el ensamblaje del genoma del girasol había sido complicado debido a que se compone principalmente de secuencias relacionadas muy similares. Sin embrago, su interés genético ha hecho que se haya trabajado incansablemente en trazar el mapa genético de la planta: el girasol cuenta con gran adaptabilidad al cambio climático, mateniendo un rendimiento estable en una amplia gama de condiciones climatológicas.
Los científicos secuenciaron el genoma del girasol domesticado Helianthus annuus L y realizaron análisis comparativos de todo el genoma, lo que ha proporcionado información clave sobre la historia evolutiva de Astéridas, un subgrupo de plantas con flores que incluye las plantas de patata, tomate y café. Los expertos identificaron nuevos genes candidatos y reconstruyeron las redes genéticas que controlan el tiempo de floración y el metabolismo del aceite, dos rasgos principales de mejoramiento en el girasol. Encontraron que las redes de tiempo de floración han sido moldeadas por una duplicación pasada de todo el genoma.
Estos hallazgos sugieren que las copias antiguas de los genes pueden conservar su funcionalidad y aún influir en rasgos de interés después de decenas de millones de años. El co-autor de estudio John M. Burke, profesor estadounidense de biología vegetal y miembro del Centro de Plantas la Universidad de Georgia, resalta que “el genoma del girasol es 40% más grande que el genoma del maíz, y aproximadamente 20% más grande que el genoma humano, y su naturaleza altamente repetitiva lo convirtió en un desafío único para su ensamblaje”.
Burke, cuyo laboratorio estudia la base genómica de la divergencia evolutiva dentro de la familia del girasol, estuvo involucrado en el mapeo genético sobre el cual se basó el ensamblaje del genoma y supervisó la secuenciación completa del genoma de las 80 líneas de girasol descritas en el estudio.
Los autores concluyeron que esta investigación refuerza al girasol como un modelo para los estudios ecológicos y evolutivos y de adaptación al cambio climático, y acelerará los programas de mejoramiento genético de cultivos agrícolas. Este nuevo recurso ayudará a futuros programas de investigación que usan herramientas genéticas para mejorar la resiliencia de los cultivos alimentarios y la producción de aceite. El estudio fue publicado en la revista Nature.